Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1068
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Capítulo 1068:
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Él la empujó contra la pared, clavándole los dedos en la barbilla. Ella le arañó las manos, levantándose involuntariamente de puntillas, casi suspendida en el aire.
Su expresión, una mezcla de dolor y humillación, no hizo más que avivar la ira de él. «¿De verdad me odias tanto?», le preguntó.
En ese momento, Amanda comprendió verdaderamente lo que significaba despreciar a otro ser humano. Su mera presencia le ponía la piel de gallina y compartir el mismo aire la enfermaba físicamente.
Por un breve instante, la muerte le pareció preferible a soportar un segundo más la retorcida presencia de Nasir.
«No importa. Pronto recordarás lo íntimos que fuimos». Justo cuando sus labios estaban a punto de reclamar su indeseado premio, el ascensor anunció su llegada con un suave tintineo.
Las puertas se abrieron, reavivando una chispa de esperanza en el corazón desesperado de Amanda.
Cuando vio salir a Ryland, sus ojos lo dijeron todo: una súplica desesperada por la salvación.
El reconocimiento se reflejó en el rostro de Nasir. Amanda vivía allí y ahora había aparecido Ryland.
Las implicaciones se cristalizaron en su mente con brutal claridad. Una calma glacial se apoderó de él mientras soltaba lentamente la barbilla de Amanda, solo para rodearle la garganta con su gran mano.
—¡Nasir! —protestó ella.
Nasir ignoró su grito, con la atención fija únicamente en el rostro anormalmente sereno de Ryland—. ¿Te has acostado con él?
El pecho de Amanda se agitaba con respiraciones entrecortadas por el pánico. Ninguna respuesta parecía adecuada para calmar la hostilidad volátil de Nasir.
—Déjala ir —dijo Ryland con indiferencia distante.
—¿Por qué? —Una sonrisa grotesca torció los rasgos de Nasir—. Lo que yo haga con mi novia no te incumbe.
—¿Novia? —Ryland se sacudió distraídamente el dobladillo de la camiseta blanca, que al parecer se había manchado antes en la fábrica. Lo que en un principio había confundido con suciedad resultó ser pintura, tras sus infructuosos intentos por quitarla—. ¿Todavía crees que es tu novia?
Nasir escupió cada palabra como si fuera veneno. —¿Entonces es tuya? Chico, ¿tienes edad para eso?
Su intento de burla basada en la edad no surtió efecto. Aunque era joven, Ryland había sido testigo de una maldad tan profunda que alguien como Nasir no podía ni imaginar. ¿Cómo podía hacerle entender a Nasir que no estaba tratando con un joven inofensivo?
Sin dudarlo, Ryland rompió el cristal protector de la alarma de incendios con el puño desnudo.
Tanto Amanda como Nasir se quedaron paralizados, hipnotizados por las gotas carmesí que caían por los dedos de Ryland. Este no mostraba ningún signo de dolor, su expresión permanecía impasible.
El interruptor de la alarma quedaba al descubierto tras el cristal roto: con solo pulsarlo, las sirenas empezarían a sonar por todo el edificio. El control de Nasir se evaporaría en el caos que se produciría a continuación.
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