Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1067
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Capítulo 1067:
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Esa noche, Amanda salió del ascensor con los brazos cargados de dos bolsas de la compra abultadas.
Su corazón se detuvo: allí estaba Nasir, plantado firmemente ante la puerta de Ryland.
—¡Amanda!
El descenso del ascensor la atrapó en esta confrontación no deseada.
—¡Apártate! —gritó, perdiendo la compostura como las hojas en otoño.
La expresión de Nasir se ensombreció como nubes de tormenta. —Amanda, ¿no te parece que esta farsa ya está muy vista?
—¡Esto no es un juego! —Su voz temblaba de emoción—. Nasir, ¡hemos terminado! ¡Se acabó, imbécil insufrible! ¿Qué parte de esto te cuesta tanto entender?
Nasir se negaba a aceptar que su relación con Amanda había llegado a un punto de ruptura.
Su decisión de enviar a su padre a la cárcel provenía de algo más profundo: una inseguridad que lo carcomía, arraigada en sus orígenes humildes y exacerbada por el abismo que separaba sus posiciones sociales.
En el fondo, sabía que nunca estaría a la altura del prestigioso pasado de la familia de Amanda. Esa falta de control sobre ella lo atormentaba.
Solo ahora, con su espíritu destrozado y sus defensas derribadas, se sentía por fin como el héroe que deseaba ser desesperadamente.
—Has tocado fondo, Amanda. Ahora soy tu única salvación.
Una risa amarga escapó de sus labios. —¡Sigue soñando! ¿De verdad crees que volveré arrastrándome a ti? ¡Mi padre y yo preferiríamos morir antes que suplicar tu piedad!
Con precisión calculada, Nasir se aflojó la corbata, esa soga de seda que simbolizaba su estatus de élite, y avanzó hacia ella, paso a paso.
«No tienes opciones, Amanda. Ahora yo controlo el juego. Apenas sobrevives en este lugar, un lugar que podría comprar con calderilla. Todos los trabajos que puedas encontrar, todos los puestos temporales que consigas, puedo hacerlos desaparecer con una sola palabra. Puedes ignorarme, excluirme, pero recuerda: cada vez que me das la espalda, tu padre paga el precio».
—¡Nasir Díaz! —La voz de Amanda se quebró por el cansancio y la desesperación. Las lágrimas de rabia e impotencia brotaron de sus ojos mientras se clavaba las uñas en las palmas de las manos—. Mi padre y yo nunca te hemos hecho nada malo. ¿Has perdido hasta la última pizca de humanidad?
Los ojos de Nasir, fríos como el hielo del invierno, solo revelaban cálculo y ambición despiadada. —Eres una mujer inteligente. Entiendes las consecuencias de desafiarme.
Agarrándola por el brazo, continuó: —Mi amor por ti es real, Amanda. Quizás sea diferente de tus ideas románticas, pero cuando lo haya conquistado todo, te quiero a mi lado para compartir mi triunfo.
La agarró con fuerza por la nuca. Las bolsas de la compra crujieron cuando Amanda reunió todas sus fuerzas, empujándolo y lanzándoselas a la cara.
Mientras Nasir desviaba los proyectiles, ella corrió desesperadamente hacia el ascensor y apretó frenéticamente el botón.
«¡No puedes escapar!», rugió él.
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