Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1047
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Capítulo 1047:
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Joelle llamó a Adrian al estudio. «¿Estás completamente seguro de que quieres enviar a nuestra hija al extranjero? Está muy lejos».
Adrian dudó. ¿Cómo iba a estar dispuesto a dejar que su hija se alejara tanto del nido?
Pero la idea de que Dunn siguiera rondando en segundo plano, una presencia constante e inquietante en su vida, encendió una ira latente en su interior, un fuego que no sabía cómo apagar.
Joelle se sentó, con voz llena de preocupación. —Gracie ya se ha puesto en contacto conmigo varias veces en los últimos días. También he oído a tu chófer que Fred ha estado preguntando por ti. Creo que van en serio.
Adrian no dijo nada.
Joelle continuó: «Dunn es un joven extraordinario. He investigado. Ha destacado en todos los aspectos de su vida, se ha hecho cargo del negocio familiar a una edad muy temprana, ha creado un centro de investigación…».
«Dunn es un joven extraordinario. He investigado sobre él. Ha destacado en todos los aspectos de su vida: se ha hecho cargo del negocio familiar a una edad muy temprana, ha creado laboratorios y ha completado sus estudios con matrícula de honor. No hay ni un solo defecto en su historial, desde su infancia hasta el presente».
Adrian arqueó una ceja. «¿Así que lo respaldas?».
Joelle le tomó la mano y lo atrajo suavemente hacia ella. —Cariño, solo te sugiero que abordemos esta situación con racionalidad. Debemos tener en cuenta los sentimientos de Aurora y respetar su autonomía. Ya es adulta y capaz de tomar sus propias decisiones.
Adrian se quedó en silencio durante un momento, con la mente a mil por hora. —No quiero que cometa un error. Te quiero más que a nada en el mundo, y aun así te he causado tanto dolor. ¿Qué hace a Dunn diferente?
Joelle se apoyó contra él, con los ojos llenos de una mezcla de amor y nostalgia. —Pero no puedes mantenerla encerrada en una jaula para siempre, impidiéndole relacionarse con hombres, ¿no?
—¿Por qué no? —preguntó Adrian.
Joelle soltó una risa aguda. «Muy bien, entonces mantengamos a Aurora encerrada en casa, delante de nosotros, día y noche, las veinticuatro horas del día. Asegurémonos de que no pueda perseguir sus sueños, no pueda hacer amigos, no pueda experimentar el mundo. ¿Te parece bien?».
Adrian permaneció en silencio durante unos segundos, asimilando el peso de sus irónicas palabras.
Joelle continuó: «Tienes que dejarla crecer».
Adrian dijo de repente: «¿No le estamos poniendo las cosas demasiado fáciles a Dunn?».
Joelle le pellizcó las mejillas en broma, obligándole a sonreír. «¡Anímate, viejo! Ya no es una niña. Tiene su propia mente. No es la niña pequeña que solía aferrarse a ti en busca de consuelo».
—Está bien —dijo Adrian, rodeándola con los brazos y hundiendo la cara en su cabello—. Ella ya no lo es, ¡pero tú sí!
El primer trabajo de Ryland fue en la cadena de montaje de una fábrica.
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