Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1043
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Capítulo 1043:
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Rickey se sonrojó aún más. Abrió la carta y, tras ver el nombre, frunció el ceño y le pidió que se la devolviera en privado.
Eran amigos desde la escuela primaria y habían visto lo mejor y lo peor el uno del otro a lo largo de los años. Podían hablar de casi todo, desde los temas más triviales hasta los más serios.
Su vínculo era como el de hermanos, y Aurora nunca había podido imaginar que fuera más allá de la amistad platónica.
No sabía si él hablaba en serio cuando le decía que le gustaba, porque nunca había sido de los que se tomaban las cosas en serio. Aunque siempre había intentado actuar con madurez, siempre acababa estropeándolo todo.
Era inesperado, pero Aurora sabía que nunca podrían volver a ser como antes.
—Sí —dijo ella, manteniendo la voz firme y tranquila—. De hecho, llevamos un tiempo viéndonos.
Se produjo un silencio largo y sofocante entre ellos. Entonces, la voz de Rickey se rompió, tensa. —¿Te he perdido para siempre, Aurora?
Si no estuviera borracho, Rickey nunca habría tenido el valor de hablar de esto con ella.
Era la primera vez desde que se había ido al extranjero que se arrepentía de no haberla retenido cuando tuvo la oportunidad.
Pero, ¿ese arrepentimiento definiría su futuro?
Rickey se aferró a una botella de vino, sollozando en silencio, con la voz quebrada, mientras su corazón se desbordaba en murmullos ebrios que resonaban en los pasillos del bar. «¿No podemos volver a como éramos antes de que las cosas cambiaran entre nosotros?».
Todo había ido muy bien antes de los exámenes de acceso a la universidad de Aurora. Dunn aún no se había dado cuenta de lo que sentía por ella, y Rickey podía reír y bromear con Aurora todos los días.
Se decía que el afecto podía convertirse en amor. Si no hubiera salido del país, quizá ya estarían juntos. Nunca se habría alejado de ella, asegurándose de que no tuviera tiempo para pensar en nadie más.
En aquel entonces, Rickey nunca había entendido realmente el amor. Pero ahora lo veía como un deseo feroz y abrumador de poseer. No quería que Aurora mirara a otros hombres, ni que les hablara, ni siquiera que les dedicara una sonrisa cortés. Quería que sus ojos y su corazón le pertenecieran solo a él; quería ser el único hombre en su vida.
Solo pensar en Aurora con Dunn le provocaba un dolor agudo en el pecho.
Había sido un tonto al dejar escapar a alguien tan precioso, y ahora se daba cuenta de ello, ahogado en el arrepentimiento.
—Aurora… Aurora… —murmuró su nombre una y otra vez, perdido en la neblina del alcohol y sus emociones.
—Rickey, basta.
—¡Aurora!
—¡Rickey!
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