Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1035
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Capítulo 1035:
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—Aurora, quiero que me lo cuentes tú. ¿Qué pasó exactamente?
Aurora respiró hondo, reuniendo el valor para hablar, pero antes de que pudiera decir una palabra, el mayordomo se acercó. —Señor y señora Miller, Dunn está en la puerta con sus padres.
Las dos familias habían mantenido las distancias durante más de una década. Incluso en actos públicos, habían evitado hábilmente que se les viera juntos. Joelle siempre había supuesto que era por respeto al último deseo de Stephen: romper completamente los lazos.
Y, sin embargo, antes de que pudieran siquiera entender la situación de Aurora, la familia Finch había llamado a la puerta.
La respuesta de Adrian fue inmediata. —¡No quiero verlos!
El mayordomo dudó solo un segundo antes de inclinarse. —Se esperaban que dijeras eso. Dunn me pidió que le transmitiera un mensaje.
La mirada de Adrian se ensombreció. —¿Qué ha dicho?
—Dice que siente un verdadero afecto por Aurora.
Joelle miró de reojo a Adrian, cuyo rostro se había vuelto aún más sombrío.
Se decía que las hijas acababan abandonando a sus padres. Él se había preparado para ello. Pero esto era demasiado repentino.
—Ya puedes irte.
Una vez que el mayordomo se marchó, los cuatro se sumieron en un silencio aún más profundo.
Aurora fue la primera en romperlo. —Papá, mamá, lo siento. Solo fui a su casa para cuidar de él un rato. Eso es todo. No pasó nada. Sé cuáles son mis límites y sé lo que debo y no debo hacer.
La voz de Joelle era suave pero firme. —Aurora, ese es Dunn.
—Lo sé. —Aurora miró a su madre a los ojos—. Pero mamá, él no es quien tú crees que es. Es una buena persona.
—Si fuera una buena persona, no habría dejado que le hicieran esas fotos. —Con un movimiento rápido de la muñeca, Adrian arrojó una pila de fotos sobre la mesa de centro—. ¡No veo nada bueno en él!
Dunn tenía muchas virtudes: autodisciplina, consideración, atención al detalle y un corazón cálido que se ocultaba bajo una apariencia fría.
Pero Aurora no se atrevía a nombrar ninguna de esas cualidades en voz alta, porque, a sus ojos, Adrian ya las encarnaba todas.
Molly, sintiendo la tensión creciente, rompió el silencio. —Papá, mamá, mi hermana solo está aclarando las cosas con Dunn. No se van a casar ni nada por el estilo.
—¡Menos mal! —dijo Adrian con sarcasmo—. Si fuera así, ni siquiera sé cuánto tiempo me lo habrían ocultado.
Aurora y Molly intercambiaron miradas, y el silencio se hizo más denso a su alrededor.
Finalmente, fue Joelle, siempre la que tomaba el control, quien habló. —¿Cuánto tiempo lleváis saliendo?
—Desde la universidad —respondió Aurora.
—¿Estabais en contacto antes?
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