Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1027
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Capítulo 1027:
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—Espera, ¿vas a montar tu propio laboratorio de investigación?
—¿Por qué te sorprende?
—Es un proyecto enorme. Me preocupa que sea demasiado para ti.
La respuesta de Dunn fue mesurada. «El Grupo Finch siempre ha colaborado con institutos de investigación externos. Pero cuando llegue el momento de registrar las patentes del fármaco que estamos desarrollando, nos veremos envueltos en un mar de demandas».
Se rió entre dientes. «El antiguo modelo de colaboración no encaja con mi visión del futuro del Grupo Finch».
Aurora asintió, reflexionando sobre sus palabras. «Pero si sigues adelante con esto, pisarás los talones a algunos laboratorios poderosos. ¿De verdad crees que lo permitirán?».
«He propuesto un nuevo modelo», explicó Dunn. «Al principio no generará beneficios, pero una vez que despegue, los beneficios superarán con creces los riesgos».
Sin beneficios en las primeras etapas, era imposible que la junta directiva del Grupo Finch lo aprobara. Al fin y al cabo, todos eran conservadores obstinados, anclados en sus costumbres, viejos y centrados únicamente en sacar el máximo beneficio posible antes de jubilarse.
Por lo tanto, nunca respaldarían a Dunn en un proyecto que no prometía beneficios inmediatos.
Aurora se quedó en silencio, sintiendo el peso de sus retos. Por primera vez, comprendió realmente lo difícil que era para él. —¿Estarías dispuesto a escuchar una recomendación?
—Te escucho. ¿A quién tienes en mente?
—Probablemente la conozcas: Lynda Baldwin. Está en tu mismo departamento.
Una mirada de confusión cruzó el rostro de Dunn. —¿La conoces?
Aurora esbozó una sonrisa cómplice. —Sí. Es excepcionalmente talentosa. Es tan hábil como tú en ingeniería farmacéutica. Si consigues incorporarla a tu equipo, será un punto de inflexión. ¿Y sus padres? Ambos son veteranos en este campo. Con un equipo así, ni siquiera los críticos más obstinados de tu empresa tendrían argumentos.
Dunn asintió. —Suena prometedor, pero me intriga más saber cómo conoces a mi compañera de clase.
Aurora se apoyó casualmente en el borde de la mesa frente a él. No estaba dispuesta a admitir ante Dunn que había investigado minuciosamente su pasado.
—Eh, acabo de recordar que tengo que leer. ¡Hasta luego!
Dunn, rápido en captar su intención, se levantó y le bloqueó el paso.
Con la parte baja de la espalda firmemente apoyada contra el borde de la mesa, Aurora se inclinó hacia atrás con torpeza. Sus mejillas se sonrojaron y volvió la cara hacia un lado.
—Dunn, estás demasiado cerca.
—¿Por qué no me respondes? —preguntó él.
El corazón de Aurora latía con fuerza, como un tambor salvaje. Dunn se acercó más, envalentonado por no poder verla. No podía ver su estado de nerviosismo, pero podía sentir su inquietud.
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