Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1007
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Capítulo 1007:
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Ryland se había preparado para este momento, pero al llegar al umbral, le resultó imposible conciliar la figura enfermiza que tenía ante sí con la mujer que había visto en la foto.
Vestido con una chaqueta negra, sus rasgos refinados y su metro ochenta de estatura le daban un aire imponente mientras permanecía en silencio junto a la puerta.
Katie abrió los labios como para hablar, pero sus manos temblaban incontrolablemente.
Fingiendo compostura, Ryland ocultó sus emociones tras un rostro inexpresivo. Entró en la habitación y cerró la puerta con deliberada calma. Su cabello estaba quebradizo y sin vida, tan escaso como las últimas hojas que se aferran a un árbol moribundo en otoño. Su palidez coincidía con su aspecto demacrado: era una sombra, un susurro de la persona que había sido.
Ryland había visto antes casos de inanición, cuerpos reducidos a meros esqueletos. El estado de Katie no era diferente, y su aspecto le impactó como un golpe físico. Mientras cruzaba la habitación, Katie lo miró fijamente, con una mirada a la vez inquisitiva y perdida.
Ryland se detuvo junto a la ventana, respiró hondo y se armó de valor antes de mirarla a los ojos. —¿Sabes quién soy?
Katie no respondió. En cambio, sus emociones se desbordaron y comenzó a murmurar disculpas. —Lo siento. ¡Lo siento mucho! ¡No fue intencionado!
La irritación de Ryland estalló y su voz se volvió afilada como una navaja. —¿Lo sientes? ¿Crees que «lo siento» puede llenar el vacío que han dejado dieciocho años sin el amor de una madre? ¿Pueden borrar los años que mi padre y yo pasamos al borde de la supervivencia?».
Katie extendió la mano tímidamente, con la voz temblorosa. «Lo siento de verdad. Tenía mis razones».
Ryland soltó una risa amarga, con los ojos brillantes por las lágrimas contenidas. «¿Razones? ¿Me tomas por un niño, alguien que se traga tus excusas sin cuestionarlas?».
Ella bajó la cabeza y permaneció en silencio, con lágrimas surcando sus mejillas marchitas.
—¿Tengo que recordarte por qué acabaste en la cárcel? Fraude. Asesinato. Te has superado a ti misma. No me extraña que yo haya acabado así, lo llevo en la sangre, ¿no? ¿Te decepciona que haya sobrevivido? ¿Te arrepientes de no haberme matado cuando tuviste la oportunidad? —preguntó Ryland.
Katie negó con vehemencia. —¡No! ¡No es eso!
La voz de Ryland se quebró bajo el peso de sus emociones reprimidas. —A veces me pregunto por qué no acabaste conmigo entonces. ¿Por qué me dejaste vivir?
Aunque sus palabras eran duras, ocultaban la vulnerable verdad que se escondía debajo. Había sobrevivido: un niño no deseado, abandonado y olvidado.
Si la vida le había enseñado algo, era que sobrevivir no era suficiente. Prosperaría, aunque solo fuera para que ella lo viera y se arrepintiera de cada decisión que había tomado. Secándose las lágrimas con un movimiento brusco de la palma de la mano, Ryland habló con voz fría. —Tengo preguntas y espero respuestas.
Katie asintió enérgicamente, con la mirada llena de tristeza mientras observaba a su hijo. —Te diré todo lo que quieras saber. ¿Puedo tocar tu cara?».
Ryland permaneció inmóvil, con expresión impenetrable. Katie dudó y bajó la mano sin tocarlo, bebiendo con los ojos sus rasgos.
«Te pareces tanto a él», murmuró.
Ryland frunció el ceño. «¿A quién?».
«A tu padre».
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