Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1004
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Capítulo 1004:
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«No llores, aún no estoy muerto», dijo Lucas.
«¡No digas eso!», sollozó Molly, sin rastro de su habitual temperamento fogoso. Por primera vez, estaba completamente abatida. «¿Te encuentras bien? ¿Llamo al médico?».
—No te molestes —le dijo Lucas con una sonrisa cansada—. Mi padre es médico.
—Ah, claro.
Lucas se volvió hacia Aurora—. Aurora, ¿estás bien?
—Estoy bien.
—¿Ryland también está bien?
—Todos están bien —dijo Aurora con voz suave—. Cuídate.
—Está bien.
Como médico, Rafael siempre había sido quien vigilaba de cerca la salud de Lucas, especialmente cuando estaba enfermo. Esta vez no era grave. Tenían previsto volver a Bristania en unos días, pero ocurrió el accidente.
—Nos iremos cuando den de alta a Lucas —dijo Rafael con naturalidad.
Molly luchó por contener las lágrimas. —Pero Lucas aún no se ha recuperado del todo.
Rafael le acarició la cabeza con ternura para tranquilizarla. —Tiene que volver al colegio, pero no te preocupes, volverá para las vacaciones de invierno.
Molly dudó, con evidente renuencia, pero solo pudo asentir con la cabeza. Lucas la observaba, fijándose en sus ojos hinchados y enrojecidos. No sabía si era por haber llorado o por haber pasado toda la noche en vela.
—Molly, ve a descansar —le instó.
—No —respondió ella inmediatamente, con la voz cargada de emoción—. Quiero cuidar de ti. Te has hecho daño salvándome. Necesito asegurarme de que estás bien.
—Molly, no tienes por qué cargar con este peso —dijo Allie, rompiendo la tensión.
—Mamá, necesito estar a solas con ella un rato.
En la habitación se cruzaron miradas de sorpresa, incluso Molly se quedó desconcertada por la petición de Lucas. Pero Rafael siempre respetaba los deseos de su hijo.
—Está bien, voy a salir con los demás.
La habitación quedó en silencio, solo quedaron Molly y Lucas. Adrian salió dejando la puerta entreabierta, lo que permitía a cualquiera que pasara ver a Molly, con la cabeza gacha, como una estudiante pillada haciendo algo malo.
—No tienes por qué estar así —dijo Lucas con voz suave—. No te culpo.
Molly sintió una punzada en el corazón. A su edad, las emociones afloraban con facilidad, y esta le dolía profundamente.
—Es culpa mía. Si no hubiera estado discutiendo contigo en la carretera, habría visto venir el coche.
—Molly, no hablemos más de eso.
—Sé que no se lo dirás a los adultos porque temes que me castiguen, pero yo me equivoqué. Lo admito. Fui muy imprudente —dijo ella.
Tenía la cabeza tan gacha que Lucas no podía ver su rostro, pero podía sentir la tristeza que irradiaba. Estaba sufriendo, sufriendo profundamente. —Sé que soy un fracaso. Desde que era pequeña, nunca he hecho nada bien. No soy tan buena estudiando como Aurora, ni tan considerada como tú. Ni siquiera puedo estar a la altura de Kalel, que es tan joven y ya ayuda a mi tío y a mi tía a ganar tanto dinero. Pero yo no tengo nada», continuó.
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