Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 981
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Capítulo 981:
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Con el paso del tiempo, Mathew comenzó a preguntarse si era indiferente por naturaleza.
Sin embargo, su orgullo masculino le impedía buscar ayuda médica.
Pero aquella noche en particular…
Mathew sintió claramente una oleada de calor recorrer su cuerpo al sentir el tacto de Madisyn.
Sus palabras atrevidas acariciaron su corazón como una pluma suave, despertando deseos latentes en su interior.
Sin pensarlo, la agarró por la cintura y la atrajo hacia sí con fuerza, con la voz cargada de tensión. «¿Con cuántos hombres has jugado antes, eh?».
Madisyn parpadeó lentamente, con los ojos nublados, y lo miró en silencio durante un largo momento.
Levantándose de puntillas, le dio un suave beso en la barbilla y murmuró: «Si decides seguir el juego, serás el primero». Ese delicado contacto desató los deseos ocultos de Mathew.
Con una urgencia apasionada, la empujó contra la puerta y la besó con fervor e intensidad.
Esa noche, su pasión vagó por todas partes, comenzando en la puerta, pasando a la lujosa alfombra, luego a la suavidad de la cama, de allí al aire libre del balcón y, finalmente, a la intimidad del cuarto de baño. El deseo de Mathew era insaciable, consumiéndola como una tormenta implacable. Sin embargo, al llegar la mañana, ella no recordaba ni sus palabras susurradas ni sus ardientes encuentros.
Todo lo que le ofreció fue una serena orden de que actuara como si la noche nunca hubiera existido.
A partir de entonces, mantuvo las distancias y se alejó durante bastante tiempo.
No fue hasta tres meses después de su regreso de la isla de Corwald cuando un notable cambio en su comportamiento descongeló sus frías relaciones.
Y ahora…
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Había desaparecido una vez más.
Con este inquietante pensamiento, Mathew cerró los ojos y dejó escapar un susurro ronco. «Madisyn…». ¿Dónde podría haber ido? ¿Lo había dejado para siempre?
Madisyn había desaparecido durante toda la noche y Belinda no había pegado ojo en todo ese tiempo.
A la mañana siguiente, con ojeras, Belinda salió de Wilde Manor y compró el desayuno de camino al hotel. Fue entonces cuando descubrió que Dashawn ya se había marchado con Ariadna.
Su expresión se ensombreció y, al salir del hotel, marcó el número de Dashawn. «¿Te has ido con Ariadna?».
«Estoy en el aeropuerto», respondió Dashawn, con voz cargada de cansancio.
Continuó, con un tono mucho más tranquilo que el enfado del día anterior: «He pasado toda la noche pensando y he decidido llevarme a Ariadna y marcharme. Tú mejor que nadie sabes cuánta gente en Nawrin te guarda rencor y supone una amenaza. Como padre, no puedo arriesgar la vida de Ariadna en un entorno tan hostil. Además, mi marcha te dará tiempo para calmarte y reflexionar sobre lo que realmente importa».
Era evidente que Dashawn se había tomado su tiempo para ordenar sus ideas. Su habitual amabilidad había vuelto, sustituyendo la frustración anterior. «Belinda, me he dado cuenta de que no es justo retenerte. Eres una persona que valora y devuelve la amabilidad. Incluso sin mi arrebato de ayer, no me habrías abandonado a mí, a Ariadna ni a aquellos que han arriesgado tanto para protegerte. Lamento mi impulsividad y te pido perdón por ello. Ariadna y yo estaremos pendientes de las noticias de Nawrin desde Bropulia. En cuanto Anthony fallezca, estaremos listos para daros la bienvenida a casa».
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