Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 940
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Capítulo 940:
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Pero ahora que Ariadna estaba a salvo y el peligro había pasado, ¿por qué seguía siendo tan implacable?
—Señorita Nelson —una voz interrumpió sus pensamientos—. ¿Podría venir un momento?
Belinda se volvió y vio a un médico detrás de ella.
De pie en la puerta de la sala de urgencias, el médico la miró con inquietud. —El señor Cox ha recuperado la conciencia y pide verla. Sin embargo… —el médico dudó, habiendo oído los comentarios anteriores de Dashawn—. ¿Es un buen momento para que lo vea?
Con una sonrisa, Belinda se dirigió hacia la sala de urgencias. —No hay ningún problema.
Mientras Belinda seguía al médico hacia la sala, vio a Kristopher descansando en la cama del hospital.
Sostenía una taza de té con la mano vendada, mientras con la otra hojeaba perezosamente una tableta que descansaba sobre una mesita. Al parecer, estaba leyendo las noticias en Internet. Su expresión pronto se tensó y frunció el ceño.
Cuando Belinda se acercó, escuchó débilmente el sonido del dispositivo. Se dio cuenta de que Kristopher estaba viendo la última entrevista de Joyce. Al oír el suave sonido de sus pasos en la puerta, Kristopher dejó la taza de té a un lado y la saludó con una cálida sonrisa.
«Belinda».
Ella asintió y se sentó en la silla junto a él. Luego le preguntó con calma: «¿Cómo te encuentras?».
«Estoy bien».
Kristopher asintió brevemente y esbozó una sonrisa, como si intentara convencerla de que todo iba bien.
«Solo son unas heridas leves, nada preocupante». Belinda apretó los labios. Sus ojos se fijaron en él mientras él esbozaba una sonrisa forzada, lo que provocó una tormenta de emociones en su interior. Ella sabía mejor que nadie lo graves que eran realmente sus heridas. Estaba a su lado cuando los médicos le atendieron. La herida de su brazo era tan profunda que se le veía el hueso. Era la herida más terrible que había visto en su vida.
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Sin embargo, el hombre sentado ante ella, que había sobrevivido por los pelos, actuaba como si no fuera nada, solo para evitar que ella se preocupara.
Mientras estos pensamientos pasaban por su mente, su mirada hacia Kristopher se volvió más compleja.
—Kristopher.
Su voz estaba cargada de emoción. —No puedo agradecerte lo suficiente lo que hiciste por Ariadna. Sé la gravedad de tus heridas, no tienes que fingir delante de mí. Y entiendo por qué tienes una herida en la pierna. En la isla de Corwald, te mantuviste alejado de mí para ocultar el sacrificio que hiciste, ¿verdad?».
Kristopher parpadeó sorprendido. Su rostro se ensombreció brevemente con una expresión sombría. Tras una larga pausa, bajó la mirada.
«¿Quién te lo ha dicho? ¿Ha sido Marc o Lioran…?», comenzó Kristopher, pero Belinda lo interrumpió, con la voz temblorosa por la emoción.
«No importa quién me lo haya dicho. Lo importante es, Kristopher, que no tienes que seguir haciendo esto por mí. Ya no estamos juntos. No necesito que te sacrifiques por mí. No quiero sentirme en deuda contigo ni que me recuerdes constantemente tu amabilidad, obligándonos a cruzarnos regularmente. Quienes somos ahora y las posiciones que ocupamos no nos permiten seguir involucrados el uno con el otro. Tú lo entiendes mejor que nadie, ¿verdad?».
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