Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 906
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Capítulo 906:
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«¿No se casa mañana con Kristopher? ¿Qué le pasa?», preguntó alguien.
«¿No has visto las noticias? Está en todas las redes sociales», intervino otra voz.
«Kristopher no se casa con ella por amor. Ella se hizo pasar por su exmujer para engañar a su abuelo. Solo es una sustituta».
«¿Una novia sustituta? ¡Eso es indignante! ¿Todavía se hace eso?», exclamó alguien, incrédulo.
«Se pone aún más jugoso», añadió alguien.
«Anthony ha salido en directo esta mañana para anunciar que iba a escribir su testamento. Joyce, pensando que heredaría si se hacía pasar por Belinda, intentó estafarlo. Pero Anthony fue más listo que ella y dijo que donaría todo a la caridad antes que dejarle un solo centavo».
«¿No vino Hattie, la hermana gemela de Belinda, a Nawrin tras la muerte de Belinda?», preguntó alguien.
«Al fin y al cabo, son idénticas. Y durante la retransmisión en directo de esta mañana, la mirada de Kristopher hacia Hattie era inequívoca: profundo afecto, si no amor».
«Tengo el vídeo aquí mismo», intervino otra voz, mostrando su teléfono.
Joyce permaneció imperturbable ante el alboroto, ajena a los gritos de los conductores, pero su determinación comenzó a desmoronarse cuando la conversación se centró en los verdaderos sentimientos de Kristopher.
Las voces chismosas atravesaron la determinación de Joyce, cada palabra golpeándola como una bofetada en la cara.
Su rostro se sonrojó y luego palideció, con las emociones a flor de piel.
Joyce se mordió el labio, la mirada perdida en el coche, el rostro descolorido, los ojos vacíos por la conmoción y el dolor.
La voz de Joyce atravesó la multitud que cotilleaba.
—Señor y señora Acosta, deben ser conscientes de la situación. ¡Salgan y hablen conmigo! Si no me muevo, llegará la policía y nos detendrán a todos.
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Los ojos de Dashawn brillaron con desdén y su voz fue gélida.
—A ella se la llevarán, a nosotros no. Al fin y al cabo, ¿qué tiene que ver esto con nosotros?
Belinda arqueó las cejas mientras miraba a Joyce por la ventana. El comportamiento de Joyce era inquietante, muy diferente al habitual. Siempre había sido una persona serena, nunca había montado una escena.
Ni siquiera cuando Kristopher se marchó del pueblo pesquero había mostrado Joyce tanta emoción. En cambio, había reprendido a Belinda por perseguir su coche, tachándola de infantil e inmadura.
Belinda recordó las palabras condescendientes de Joyce cinco años atrás.
«La vida no es un drama, Belinda. Respeta las normas de tráfico. Tienes que controlarte, mantener la calma. Esto no es un camino rural. La gente puede salir herida».
La mirada de Belinda se posó en Joyce, con una mezcla de diversión y reivindicación.
No se le escapaba la ironía: Joyce, que antes criticaba tanto la impulsividad de Belinda, ahora se plantaba desafiante en medio de la carretera.
Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro cuando Belinda alcanzó la manilla de la puerta del coche.
En ese momento, la firme voz de Dashawn la detuvo.
—Espera.
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