Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 892
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Capítulo 892:
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Sintiendo la mirada de Belinda, Kristopher levantó la vista y la miró con frialdad. Sus profundos ojos no delataban ninguna emoción.
—No te quedes ahí parado. Ve a seguir al abuelo.
Fue entonces cuando Belinda salió de su ensimismamiento.
Miró a Kristopher con preocupación.
—Tus piernas… ¿De verdad no puedes levantarte?
Su pregunta se hizo eco de las dudas planteadas por Anthony.
En su memoria, Kristopher siempre había sido un ejemplo de orgullo y determinación.
Su orgullo innato nunca le había permitido seguir los pasos de nadie.
Por eso, en los años posteriores a la muerte de su padre Hayden, había llevado al Grupo Cox a cotas extraordinarias.
Pero ahora…
El hombre que tenía delante estaba abatido y callado, muy diferente del Kristopher que ella recordaba.
—No importa —dijo Kristopher con una sonrisa débil y distante—.
Estoy contento con cómo están las cosas ahora.
Perder lo que más importa puede hacer que uno pierda toda razón para tener esperanza. Para él, estar de pie o sentado en una silla de ruedas era lo mismo.
Al oír su voz tranquila, Belinda se mordió el labio.
Hizo una pausa antes de respirar hondo.
—Si puedes levantarte, creo que deberías plantearte la rehabilitación. Sería bueno para tu futuro.
Dicho esto, Belinda pasó junto a la silla de ruedas y salió de la habitación. Kristopher se reclinó en la silla y la vio marcharse, con una sonrisa melancólica en los labios.
Por su futuro…
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En los diez meses transcurridos desde su partida, su mundo se había derrumbado y su vida se había convertido en un estanque estancado.
Sin movimiento, sin esperanza.
Lo único positivo ahora era saber si ella estaba bien con Dashawn.
Si ella podía encontrar la felicidad verdadera y vivir una buena vida, él encontraría la paz, aunque su propia vida fuera un desastre.
—¡Abuelo!
En el pasillo, mientras Stanley sacaba a Anthony en silla de ruedas, Maggie y Helen rápidamente adoptaron expresiones de preocupación y se apresuraron a acercarse a él, cada una tomándolo de un brazo.
—¿Estás bien? ¡Estábamos muy preocupadas por ti!
Anthony hizo una mueca, observando a las dos mujeres que le agarraban los brazos. Una sonrisa escéptica se dibujó en su rostro.
—¿De verdad estáis preocupadas por mí?
A pesar de su edad y fragilidad, la presencia de Anthony seguía inspirando respeto y cierta frialdad.
Bajo su aguda mirada, Maggie y Helen se movieron incómodas.
—Abuelo, soy tu nieta; por supuesto que me preocupo por ti.
Ocultando sus verdaderos sentimientos, Maggie esbozó una sonrisa forzada y se agachó para mirar a Anthony.
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