Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 882
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Capítulo 882:
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Los rizos dorados de la niña estaban recogidos en dos adorables coletas, lo que le añadía un encanto aún mayor. Y entonces, Belinda vio su rostro…
Era una versión en miniatura de ella misma, el parecido era asombroso. Renee, la doctora que estaba detrás de Anthony, no pudo contener su sorpresa y exclamó: «¡El parecido es impresionante!».
La niña era una réplica en miniatura de Belinda, de pie ante ellos con un parecido asombroso.
«Mamá», susurró Ariadna, sintiéndose incómoda bajo las intensas miradas. Se soltó de la mano de Dashawn y corrió hacia Belinda, rodeando con sus brazos las rodillas de su madre.
«Mamá, ¿por qué hay tanta gente? Da un poco de miedo… ¿Nos dejaste a papá y a mí en la habitación del hotel esta mañana solo para conocer a toda esta gente?», preguntó Ariadna con voz teñida de curiosidad.
«¿Quién es ese anciano en silla de ruedas? Parece muy serio y triste…», susurró, tratando de bajar la voz, pero el silencio del vestíbulo transportó sus palabras con claridad.
Las inocentes preguntas de Ariadna resonaron en el vestíbulo, audibles para todos.
Belinda la cogió en brazos y la abrazó con cariño, sonriéndole para tranquilizarla. —He bajado temprano para traerte el desayuno a ti y a papá, pero no esperaba encontrarme con toda esta gente.
—Besó suavemente la mejilla de Ariadna y le habló con voz suave—. Estabas profundamente dormida cuando me fui. ¿Cómo te has despertado tan pronto, cariño?
Ariadna hizo un puchero y respondió: «¡Se había levantado el sol, así que me desperté! ¡No soy una dormilona!».
Con una mirada curiosa, giró la cabeza, acurrucándose en el hueco del hombro de Belinda, y miró a las personas que había detrás de ella.
«Mamá, ¿quiénes son? ¿Los conoces?».
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«Tú debes de ser Ariadna, ¿verdad?», preguntó Anthony, con los ojos brillantes de emoción.
Antes de que Belinda pudiera responder, Anthony saludó cálidamente a Ariadna: «¡Hola, cariño!».
A diferencia de su habitual recelo hacia los adultos, Ariadna sintió una inesperada sensación de comodidad y curiosidad.
«Hola», respondió, mirando a Anthony con interés. «¿Quién eres y cómo conoces a mi mamá?».
La sencilla pregunta de Ariadna dejó a todos momentáneamente sin habla. Anthony fue el primero en romper el silencio, riendo suavemente antes de decir: «Soy un amigo íntimo de tu tía».
«Ah, entonces eres amigo de mi difunta tía», dijo Ariadna, ladeando la cabeza mientras estudiaba el rostro del anciano. «¿Conoces a Kristopher?».
Anthony se tensó ligeramente al oír ese nombre.
—¿Lo conoces?
—¡Por supuesto! —exclamó Ariadna—. ¡Ya tengo cinco años! ¡He aprendido muchas palabras y entiendo cosas de las que hablan los adultos! He oído que Kristopher hizo mucho daño a mi tía y provocó su muerte.
Tú eres amigo de mi tía, ¿verdad? ¿La protegiste antes de que muriera?».
«Tú…
El rostro de Anthony se volvió cada vez más sombrío, pero Ariadna, que no tenía ni idea, seguía hablando sin parar. Belinda tuvo que aclararse la garganta para advertir a Ariadna que dejara de hablar.
Pero, por supuesto, una niña de cinco años no tenía la capacidad de captar señales tan sutiles.
En todo caso, Ariadna solo se emocionó más.
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