Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 780
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Capítulo 780:
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Incapaz de contenerse, corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. Su voz temblaba mientras decía: «Soy Belinda. ¡Estoy aquí! ¡He oído todo lo que has dicho! Lo siento mucho, de verdad…».
Mientras hablaba, las lágrimas corrían por su rostro. «No debería haberme alejado tanto tiempo. No mantuve el contacto. Pensé que quizá me olvidarías al hacerte mayor, pero no esperaba…».
No esperaba que Anthony hubiera estado tan enfermo unos meses antes por su culpa.
No se había dado cuenta de que lo que más deseaba antes de morir era verla casada con Kristopher.
Belinda no podía evitar preguntarse por qué un hombre tan mayor, sin ningún vínculo familiar con ella, se preocupaba tanto.
El sonido de su llanto llenó la sala. Fuera de la puerta, Stanley suspiró, se volvió hacia el hombre en silla de ruedas que estaba a su lado y dijo: «Es usted muy perspicaz, señor. Si no hubiera hecho público que se iba a casar con la señorita Scott, la señorita Nelson probablemente no habría vuelto a ver al señor Cox».
Stanley volvió a suspirar. —Aunque la señorita Nelson haya cambiado de identidad y de nombre, es evidente que sigue preocupándose por usted. Si no fuera así, ¿por qué habría vuelto corriendo del extranjero al enterarse de su matrimonio con la señorita Scott?
Kristopher frunció el ceño mientras observaba a la mujer de la sala aferrada a Anthony. No pudo evitar esbozar una leve sonrisa. —Su regreso… no tiene nada que ver conmigo.
Si Anthony no estuviera al borde de la muerte, Belinda no habría vuelto.
Quizás, en el pasado, él había significado mucho para Belinda.
Pero para ella, ahora era tan insignificante como un extraño.
Con ese pensamiento, levantó la vista y fijó la mirada en la mujer que se aferraba a Anthony en la sala. Sentía como si le estuvieran cortando el corazón lentamente con un cuchillo romo.
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Dentro de la sala, Belinda sollozaba y abrazaba con fuerza a Anthony. «Anthony, siento haber llegado tan tarde…».
Anthony miró a la mujer, sin aliento y llorando en sus brazos, y suspiró suavemente. Le dio unas palmaditas en la espalda y le dijo: «Niña, ¿tu abuelo también se llama Anthony y está tan enfermo como yo?».
Sus palabras provocaron un breve silencio tanto en la sala como en el pasillo exterior. Belinda, conmocionada, miró a Anthony con los ojos muy abiertos. «Tú…».
—Niña —continuó Anthony con un suspiro, acercándose para secarle las lágrimas con delicadeza—. Aunque no te conozco, sé que tú y tu abuelo debían de estar muy unidos. Pero te has equivocado de habitación y de persona. Yo no soy el Anthony que tú conoces.
Belinda miró a Anthony desconcertada. —Anthony, ¿de qué estás hablando?
—No sé quién eres.
El anciano esbozó una sonrisa amable en su rostro cansado y demacrado. La miró con sincera preocupación, como si fuera una completa desconocida. —Debes de estar confundiéndome con otra persona. No soy quien tú crees. Pero me impresiona tu amabilidad. Mi nieta no es tan encantadora como tú, ni tan cariñosa.
Belinda estaba completamente conmocionada.
Había imaginado innumerables escenarios en su mente sobre su encuentro con Anthony. Había imaginado que él lloraría como ella y que quizá la regañaría por haberse alejado durante tanto tiempo…
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