Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 773
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Capítulo 773:
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La voz de Rosie rompió el aire tenso. Kristopher permaneció en silencio, con la mirada fija en el camino que había tomado Belinda, lo que solo avivó su rabia.
Se sacudió los intentos de Marc y Gillian por ayudarla a levantarse y, en su lugar, decidió sentarse entre la basura, alzando la voz con furia. —Kristopher, ¿eres un hombre? Esa mujer ha atacado a tu hermana y a tu madre. ¿Cómo puedes quedarte callado? ¿Solo porque se parece a Belinda crees que está bien que nos pegue? ¿Te conformas con ver cómo sufrimos? ¡Soy tu madre, por el amor de Dios! Te he criado en lo bueno y en lo malo. ¿Así es como me lo pagas?
Las palabras de Rosie eran duras y amargas.
Sin embargo, Kristopher parecía sordo a sus acusaciones. Permanecía encorvado contra la silla de ruedas, con la mirada fija en la figura de Belinda, que se alejaba hasta desaparecer de su vista. Solo entonces parpadeó y apartó la mirada, con expresión indescifrable.
Este era el sanatorio donde Belinda solía cuidar de su abuelo, un lugar que ella conocía bien.
Sin embargo, hoy había elegido deliberadamente la dirección opuesta, decidida a alejarse de la sombra de Belinda y de los lazos que la ataban a este lugar.
Parecía decidida a romper todos los lazos con su pasado.
La sonrisa de Kristopher estaba teñida de amargura.
¿Era su historia compartida tan insoportable para Belinda que no le dejaba ningún sentimiento de nostalgia?
—¡Kristopher!
Cuando Kristopher siguió ignorándola, la ira de Rosie estalló. Cogió un trozo de carne podrida de la mesa y se lo lanzó. —¿Me estás escuchando?
Kristopher, confinado a su silla de ruedas, no pudo apartarse a tiempo. La carne maloliente le golpeó en el pecho, manchando la chaqueta que Marc acababa de limpiar, antes de caer sobre sus piernas.
Marc contuvo la respiración al verla.
Conocía la obsesión de Kristopher por la limpieza. Verlo antes cubierto de basura ya había acelerado el corazón de Marc. A pesar de saber perfectamente que Kristopher era un fanático de la limpieza, Rosie había tirado la carne de todos modos.
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Marc observó el rostro de Kristopher, preparándose para la explosión de ira que seguramente seguiría, y las consecuencias que inevitablemente recaerían sobre todos los subordinados.
Marc se acercó, recogió la carne maloliente y la tiró a un lado, ocultando a duras penas su repugnancia. —Señor Cox…
Sin embargo, Marc se sorprendió por la compostura de Kristopher en esta ocasión, poco habitual en el maniático de la limpieza que él conocía.
Kristopher miró de reojo a Rosie, que estaba sentada entre la basura, y luego se volvió hacia Marc. —Busca una habitación libre. Necesito ducharme y ponerme un traje limpio.
Luego volvió a mirar a Rosie, aún indiferente. —Búscale una habitación a ella también. Necesita ducharse. Y cómprale ropa. Dicho esto, Kristopher despidió a Rosie con una mirada y pulsó el botón de arranque de su silla de ruedas eléctrica, alejándose.
Rosie observó su espalda mientras se alejaba, con los ojos muy abiertos por el resentimiento. —¡Kristopher! ¿No tienes corazón? Tu propia madre fue atormentada y aquí estás tú, abandonándome en lugar de vengarla.
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