Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 77
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Capítulo 77:
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Con la esperanza de no alarmar a Madisyn, Belinda tomó un medicamento en el baño y esperó a que le pasara un poco el malestar estomacal antes de volver a la mesa.
—Has estado fuera un rato. ¿Qué ha pasado? —preguntó Madisyn, con expresión preocupada mientras miraba a Belinda—. ¿Te duele otra vez el estómago? ¿Necesitas que te llevemos al hospital o quizá buscar otro sitio para comer?
Belinda vio a Madisyn, que estaba devorando con entusiasmo su plato picante y sudando ligeramente. Sacudiendo la cabeza suavemente, respondió: «Sigue comiendo. Ya comeré algo más tarde».
En su estado, la comida no importaba mucho y no quería aguarle la fiesta a Madisyn.
Una pizca de culpa se dibujó en el rostro de Madisyn. «Lo siento, Belinda. Me olvidé de tus problemas estomacales… Pensé que podríamos…».
«Oye, disfruta de la comida», la interrumpió Belinda con voz alegre y divertida. «¿Desde cuándo te has vuelto tan sentimental?».
Madisyn puso los ojos en blanco y hizo un puchero juguetón. «Solo estoy preocupada, eso es todo».
Volvió a comer y añadió: «Está bien, pasaremos a comprarte medicina después».
Mientras Belinda sorbía su té, una sonrisa se dibujó en sus labios mientras observaba a Madisyn devorar la comida.
Su mente se remontó a los días en que ella, Madisyn y Joyce solían pasar el rato y reír juntas.
En aquel entonces eran tan unidas como hermanas.
Pero todo cambió hace cinco años, tras el accidente de Joyce, y ahora su propia salud estaba deteriorándose.
En unos meses, Madisyn podría quedarse sola.
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Este sombrío pensamiento hizo que Belinda mirara a Madisyn con melancolía. —Madisyn.
Madisyn levantó la vista, con una mezcla de confusión y preocupación en los ojos. —¿Qué te pasa?
Al ver a Madisyn rebosante de vitalidad, Belinda se sintió incapaz de expresar su tristeza.
En lugar de eso, esbozó una sonrisa y le ofreció una servilleta, diciendo: —Tienes un poco de comida en la cara».
Madisyn dejó la servilleta a un lado con indiferencia y respondió: «Me limpiaré cuando termine. ¡No desperdiciemos una servilleta en buen estado!».
Belinda se rió entre dientes. Justo cuando estaba a punto de responder, una voz dulce y familiar la llamó desde la distancia: «Señorita Nelson, señorita Thomas, qué sorpresa verlas aquí».
Belinda reconoció la voz inmediatamente y levantó la vista hacia su origen.
Allí estaba Cathy, vestida de blanco, delicadamente enlazada del brazo con Kristopher, ofreciéndoles una sonrisa pícara.
Belinda arqueó una ceja.
Parecía que a Helen no le había sentado bien que la ignoraran y había decidido llamarlas.
Sin embargo… Cathy estaba radiante y saludable, nada que ver con la imagen de alguien que había sido trasladada de urgencia al Hospital Peace apenas unas horas antes.
Al cruzar la mirada con Belinda, la expresión de Kristopher se endureció. —Te sangra la encía. ¿Seguro que deberías comer algo tan picante como el estofado?
Madisyn frunció el ceño, cogió otra servilleta y se limpió la boca con aire desafiante. —Comemos lo que nos da la gana. No es asunto tuyo.
La mirada de Kristopher se posó fríamente en Belinda. —¿Estás intentando ponerte más enferma?
Sabía muy bien lo de su reciente aborto y el sangrado de las encías de esa mañana.
Comer comida picante ahora… ¿Acaso no se estaba cuidando?
Belinda bajó la mirada, cogió un trozo de carne y fingió interés por la comida. —Señor Cox, ¿está preocupado por mí? Ahí está usted, aferrado a su nuevo amor, pero preocupado por su exmujer. ¿No cree que eso pone celosa a la señorita Miller?
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