Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 763
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Capítulo 763:
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Kristopher asintió con la cabeza a Jordy, indicándole que se acercara a Belinda.
Sin dudarlo, Jordy se acercó, le arrebató los artículos de las manos y los sustituyó por otros.
Belinda frunció el ceño al ver los nuevos artículos que Jordy le había puesto en las manos. Una fría inquietud se apoderó de su corazón.
Llevaba diez meses fuera y ahora Anthony estaba gravemente enfermo. Sin embargo, Kristopher, su propia carne y sangre, ¡todavía no sabía lo que le gustaba o disgustaba a Anthony!
Belinda había elegido con cuidado los dulces que Anthony solía apreciar, los que disfrutaba a escondidas a altas horas de la noche.
Pero Kristopher había insistido en cambiarlos por cosas que Anthony ni siquiera miraría.
Siempre hablaba de respeto y honor hacia su abuelo, pero ¿era esto lo que entendía por respeto?
—Paga la cuenta —dijo Kristopher, con tono firme pero desprovisto de calidez, sacándola de sus pensamientos mientras ella miraba fijamente las cosas que le había dado Jordy.
A regañadientes, Belinda obedeció y pagó los artículos que no había elegido. Cargada con las grandes bolsas, salió de la tienda.
Kristopher, sentado en su silla de ruedas eléctrica, pulsó un botón y la siguió con suavidad.
—Hola, señor Cox —saludó alguien al acercarse al sanatorio. Con Kristopher detrás, Belinda entró en el edificio sin ningún problema.
El camino familiar se extendía ante ella, una carretera bordeada de árboles de casi dos kilómetros que conducía al edificio de hospitalización.
Dado que el sanatorio valoraba un entorno tranquilo para sus pacientes, no se permitían vehículos en el camino salvo en circunstancias especiales.
Belinda se vio obligada a recorrer todo el camino bordeado de árboles, con las pesadas bolsas en las manos, mientras Kristopher la seguía a un ritmo constante en su silla de ruedas.
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A esa distancia, el zumbido del motor de la silla de ruedas y el ruido rítmico de las ruedas contra el pavimento se oían con claridad.
Belinda podía sentir su presencia detrás de ella.
En otro tiempo, había soñado con recorrer ese mismo camino con Kristopher a su lado, encontrando el romance en el sencillo silencio que compartirían.
Pero ahora, esta soledad, esta imitación de intimidad, le resultaba agobiante. El ambiente estaba cargado de incomodidad, la asfixiaba, y estaba desesperada por escapar.
Pensando en ello, aceleró el paso.
La silla de ruedas de Kristopher la siguió fácilmente, manteniendo una distancia que no era ni demasiado cercana ni demasiado lejana.
Su presencia era ineludible.
El sonido de su silla de ruedas le desgarraba el corazón sin piedad.
—¡Cuidado!
La voz de Kristopher rompió la tensión justo cuando Belinda, perdida en sus pensamientos, no se dio cuenta de que la silla de ruedas se acercaba a toda velocidad por detrás. Antes de que pudiera reaccionar, chocó contra ella y la tiró al suelo junto con las bolsas que llevaba.
Al caer repentinamente al suelo, los regalos que sostenía se esparcieron a su alrededor.
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