Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 441
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Capítulo 441:
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«¿Continuamos la persecución o volvemos?».
Su voz temblaba mientras hablaba.
«He oído que… desde que fue abandonada… la ciudad está encantada».
Kristopher lanzó una mirada gélida al conductor y replicó con frialdad:
—¿Qué pasa? Incluso Belinda, una mujer, se atreve sola a medianoche. ¿Tienes miedo?
El conductor apretó los labios y se le pusieron blancos los nudillos al agarrar el volante.
—Yo… cuando acepté este trabajo, me dijeron que solo eran turnos de día. El turno de noche es de otro, pero se ha tomado unos días libres…».
Kristopher miró con desdén al conductor, abrió la puerta del coche y salió.
El conductor, confundiendo la salida de Kristopher con enfado, frunció el ceño, debatiéndose entre disculparse o no. En ese momento, la puerta se abrió.
«Sal», ordenó Kristopher con severidad.
El conductor parpadeó, confundido. —Señor Cox, ¿qué está haciendo?
—Conduciré yo mismo.
Dicho esto, Kristopher agarró al conductor por la manga y lo sacó del asiento.
Se deslizó con elegancia en el asiento del conductor y se abrochó el cinturón de seguridad. Antes de cerrar la puerta de un portazo, lanzó una última mirada gélida al conductor, que temblaba en el aire frío de la noche, y declaró: —Está despedido.
Tras pronunciar esas palabras, Kristopher cerró la puerta de un portazo.
—Señor Cox…
Bajo la mirada desconcertada del conductor, el BMW negro se alejó. Era la primera vez que Kristopher visitaba esa zona.
Úʟᴛιмαѕ αᴄᴛυαʟιᴢαᴄιoɴᴇѕ ᴇɴ ɴσνєʟαѕ4ƒαɴ
A medida que se acercaba a Candvile Town, las farolas se iban apagando.
Finalmente, la oscuridad lo envolvió todo.
Los únicos sonidos eran el motor del coche y el susurro del viento.
Conducir solo a un lugar tan remoto en una noche silenciosa era una experiencia nueva para él.
Decir que no tenía miedo sería mentir.
Sin embargo, pensar en Belinda allí le calmó los nervios. Pisó más fuerte el acelerador y siguió conduciendo.
No podía soportar la idea de que ella estuviera sola en un lugar tan desolado y oscuro.
Al poco tiempo, el sistema de navegación le indicó que había llegado a Candvile Town.
El pueblo estaba lleno de casas en ruinas, lo que hacía que el coche se sacudiera al avanzar.
Finalmente, Kristopher se vio obligado a detenerse. Cogió una linterna y se adentró en las ruinas.
Sin darse cuenta, se encontró frente a un hospital abandonado. Iluminada por la luz de la luna, divisó la esbelta figura de Belinda en la distancia.
Estaba agachada a la entrada del hospital, con la cabeza gacha y los hombros temblando como si estuviera llorando.
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