Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 361
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 361:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
—Me alejo un momento para descansar y aquí estás tú, ¡encantando a mi prometido! —espetó Cathy.
Belinda casi se ríe ante la acusación. «¿Kristopher es tu prometido?». Recordó cómo, la noche anterior, Kristopher había utilizado la seguridad de Fred como moneda de cambio para presionarla a que convenciera a Anthony de que aceptara su compromiso. Ese mismo día, en la mansión Cox, Kristopher también le había recordado su acuerdo.
El supuesto compromiso con Cathy ni siquiera estaba confirmado, ¿y ella ya lo presentaba como su prometido?
Con estos pensamientos dando vueltas en su cabeza, Belinda arqueó una ceja y se volvió hacia Kristopher, con tono irónico. —¿Cuándo habéis conseguido sellar el compromiso? ¿Por qué no me lo habéis dicho?
Kristopher captó el tono burlón de Belinda. Frunció el ceño, apartó la mirada y murmuró a Cathy: —Por favor, no digas tonterías.
—¿Cómo puedes decir que digo tonterías? —Cathy, frunciendo el ceño, enganchó su brazo al de Kristopher—. Kristopher, ¿has olvidado tu promesa de anoche? Aunque aún no estemos comprometidos oficialmente, sigues siendo mi prometido y vamos a casarnos.
Levantó la cabeza con orgullo mientras se dirigía a Belinda, como un general victorioso que inspecciona el campo de batalla.
Belinda esbozó una sonrisa astuta. —Entonces, si vosotros dos ya os llamáis prometidos y planeáis casaros en el futuro —comenzó, dirigiendo su mirada burlona hacia Kristopher—, quizá no debería molestarme en convencer a Anthony para que apoye vuestro compromiso, ¿verdad?
Mientras las palabras de Belinda flotaban en el aire, la expresión de Cathy se ensombreció. Se volvió hacia Kristopher, con los ojos llenos de una mezcla de sorpresa y acusación. —Kristopher, ¿tú… realmente le pediste que intercediera por nosotros ante Anthony?
Kristopher frunció ligeramente el ceño mientras asentía. —El abuelo suele hacerle caso.
Luego levantó la mirada y lanzó una fría ojeada a Belinda. —Por supuesto, como has dicho, podrías optar por no pedirle ayuda al abuelo. Pero si lo haces, el trato que te prometí no se mantendrá.
Actualizaciones exclusivas: ɴσνєʟα𝓼4ƒαɴ.cоm
Belinda puso los ojos en blanco con desdén. —La señorita Miller ya ha dicho que, aunque no os hayáis comprometido, sois prácticamente novios y acabaréis casándoos. ¿Por qué meterme en este lío?
Él entrecerró los ojos ante su impaciencia y bajó la voz deliberadamente. —Cathy no es tú. Le prometí una ceremonia de compromiso y se celebrará.
A pesar de que sus sentimientos por Kristopher se habían desvanecido, Belinda no pudo evitar sentir una punzada de dolor al oír sus palabras. Se mordió el labio y apretó los puños a los lados del cuerpo.
Su matrimonio lo había carecido de todo. Sin compromiso, sin ceremonia, sin votos en la iglesia, sin la bendición de sus seres queridos.
Kristopher se había despertado con una firme negativa a la petición de Anthony de celebrar una sencilla ceremonia matrimonial, accediendo únicamente a organizar una fiesta de cumpleaños.
Llevaba más de dos años esperando esta celebración, pero se había convertido en una farsa debido a una confusión con la fecha, de la que no se enteró hasta después de su divorcio.
Ahora, mientras Kristopher se preparaba para pedirle matrimonio a Cathy con una ceremonia de compromiso en toda regla, se mostraba implacable, dispuesto a superar cualquier obstáculo que se le presentara.
Incluso recurrió a amenazar a su exmujer para influir en Anthony.
Evidentemente, ella no era la única a la que el amor había vuelto loca. Cuando Kristopher se enamoraba profundamente, tampoco conocía límites.
—Kristopher —dijo Cathy con una sonrisa juguetona, aferrándose a su brazo y acurrucando la cabeza contra él—. ¡Eres maravilloso conmigo!
.
.
.