Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 239
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Capítulo 239:
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Esta boutique era famosa por sus exquisitos vestidos hechos a mano, obra de un sastre con más de medio siglo de experiencia.
Por lo tanto, su singularidad y artesanía tenían un precio elevado.
Solo la élite de Nawrin compraba aquí para sus eventos más importantes.
Cuando Belinda y Kristopher salieron del coche y entraron en la tienda, Belinda no pudo evitar admirar los lujosos vestidos que se exhibían en los escaparates.
A pesar de sus elevados precios, su belleza era innegable.
Cuando Belinda y Kristopher se casaron, Anthony estaba empeñado en que le hicieran un vestido de novia a medida en esta misma tienda para una ceremonia fastuosa. Pero Belinda se negó.
En aquel momento, Kristopher acababa de entrar en coma y el Grupo Cox se tambaleaba, con su futuro pendiendo de un hilo.
Belinda, que rehuía los gastos extravagantes, no veía motivos para celebrar su matrimonio con fastuosidad. En su lugar, convenció a Anthony de que destinara los fondos a estabilizar la empresa.
Anthony le tomó la mano y le hizo una promesa: cuando el Grupo Cox recuperara la estabilidad, o si Kristopher despertaba, se aseguraría de que Belinda tuviera su vestido de novia hecho a medida para una ceremonia perfecta.
Para calmar sus preocupaciones, Belinda le había dedicado una sonrisa sincera y había aceptado con entusiasmo.
Más tarde, tras la recuperación de Kristopher, Anthony propuso celebrar una boda tardía. Sin embargo, Kristopher se negó.
Confesó que no podía ofrecerle una boda a Belinda porque no la amaba, pero que, como muestra de gratitud por su inquebrantable cuidado, le organizaría una lujosa fiesta de cumpleaños.
Ese día, Anthony le había dado un largo sermón, pero Kristopher se mantuvo firme, insistiendo en que lo máximo que podía hacer era una fiesta de cumpleaños.
El tema se olvidó rápidamente y nunca más se volvió a mencionar. Ahora separada de Kristopher, Belinda se dio cuenta de que él nunca le había organizado la boda ni la fiesta de cumpleaños que le había prometido.
Este pensamiento la llenó de tristeza.
Si Kristopher no la hubiera sacado hoy, quizá habría olvidado por completo su promesa de celebrar su cumpleaños, que había pasado desapercibido el día anterior.
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Parecía que ni siquiera recordaba la fecha.
—¡Kristopher! —La voz de Cathy, rebosante de emoción, interrumpió los pensamientos sombríos de Belinda.
Al levantar la vista, Belinda vio a Cathy, vestida con un vestido azul cielo adornado con cristales brillantes, que se apresuraba hacia ellos con el rostro radiante de felicidad.
—¿Qué te ha dado por comprarme flores? —preguntó con voz teñida de sorpresa y alegría. Cogió el ramo de Kristopher y lo abrazó con fuerza.
Con el rostro entre las rosas rojas, Cathy aspiró profundamente su aroma. «¡Qué ramo tan grande! ¡Es mi favorito! ¿Serán noventa y nueve rosas?».
Maggie, que sostenía con cuidado su propio vestido, se unió a la conversación. «Noventa y nueve rosas significan amor eterno, ¿sabes? Kristopher se ha vuelto muy romántico desde que regresaste, Cathy».
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