Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 233
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Capítulo 233:
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—¡Sr. Cox!
Antes de que Belinda pudiera volverse, Ryland ya estaba con los ojos muy abiertos por la sorpresa, con una expresión llena de emoción. —¿Qué le trae por nuestro humilde estudio?
Pasando junto a Belinda, Ryland se acercó a Kristopher con la mano extendida y una amplia sonrisa. —¡Es un verdadero placer volver a verle! La última vez que nos vimos fue en el banquete de cumpleaños del señor Anthony Cox, ¿verdad? ¿Recuerda aquella noche?
Kristopher asintió levemente con la cabeza, con el rostro inexpresivo, mientras le devolvía el apretón de manos. —Sí.
Esa fue la noche en que Ryland le presentó a Darren a Belinda en la reunión de Anthony. Un momento así no se olvidaba fácilmente. —¡Sr. Cox, me impresiona su memoria!
La voz de Ryland denotaba auténtico asombro—. ¡Quién iba a pensar que se acordaría de mí, de nuestro pequeño estudio!
—Hmm.
Kristopher no respondió más que con un gruñido, perdiendo rápidamente el interés en la conversación. Lanzó una rápida y fría mirada a Belinda. —Belinda.
Belinda respiró hondo para calmarse y se volvió lentamente hacia él. —Sr. Cox.
Kristopher entrecerró los ojos y la miró fijamente.
Ella mantuvo una expresión fría y distante, como si él fuera un extraño al que apenas reconocía.
Su actitud indiferente irritó inesperadamente a Kristopher, que sintió como si unas manos invisibles le estuvieran vaciando las entrañas, dejándole una inquietud vacía.
Con el ceño fruncido, habló con brusquedad. —Cathy y Maggie están eligiendo vestidos. He venido a recogerte.
Tras una breve pausa, Belinda asintió. —De acuerdo.
Bajó la mirada brevemente, se acercó al escritorio de Ryland para coger un grueso sobre, lo guardó en su bolso y luego pasó junto a Kristopher hacia la puerta. —Vamos.
Se dio cuenta de que, independientemente de sus sentimientos, estaba obligada a atender las necesidades de las dos «princesas» esa noche.
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Teniendo esto en cuenta, mientras ellas estaban ocupadas con las pruebas de vestidos, incluso Kristopher se había visto reducido al papel de chófer.
Esta reflexión le arrancó un suave suspiro.
Durante su matrimonio, Belinda siempre había sido cautelosa a la hora de imponerle nada a Kristopher.
Nunca le habría pedido que la llevara en coche así, y mucho menos que la acompañara a casa después del trabajo. Temía que la tacharan de mimada, le preocupaba que Kristopher la viera delicada y pretenciosa. Por eso, se encargaba de todo ella misma, desafiando la lluvia y el sol sin quejarse.
Creía que era lo más sensato.
Pero…
No fue hasta que fue testigo de la indulgencia de Kristopher con los caprichos de Cathy y de su actitud deferente hacia ella cuando comprendió que a este hombre no le importaba la sensatez en una mujer. O tal vez, a pesar de su pragmatismo, simplemente prefería a Cathy, que era capaz de montar una escena por nada delante de él.
Kristopher se quedó inmóvil, observando la silueta de Belinda que se alejaba, con un nudo de frustración en el pecho.
Se enderezó la corbata y la siguió.
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