Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 209
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Capítulo 209:
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Belinda frunció aún más el ceño al oír sus palabras y se soltó rápidamente de Maggie.
Antes de que pudiera defenderse, la suave voz de Cathy rompió la tensión. —Maggie, Helen, ya basta.
Miró a Belinda no con desprecio, sino con un toque de lástima y comprensión. —No olvidemos los humildes orígenes de la señorita Nelson. Probablemente no pudo resistirse a dar una vuelta en un coche tan bonito. No significa que tuviera intención de robarlo».
Cathy le dedicó a Belinda una sonrisa cortés. «Señorita Nelson, lo entiendo. No tiene por qué preocuparse. Mientras…».
Su mirada se desvió brevemente hacia el coche. «Mientras el coche esté intacto, por mí no hay problema».
Sus palabras aparentemente tranquilizadoras tenían un matiz que menospreciaba sutilmente la modesta educación de Belinda, insinuando que Belinda podría haber cogido el coche sin permiso. Esto proporcionó a Maggie y Helen nuevas armas.
—¡Sí! —Maggie aplaudió con entusiasmo—. ¡Deberíamos comprobar si el coche tiene algún daño!
Helen asintió enérgicamente. —Exacto, ¿tiene siquiera carné de conducir? ¡Nunca la he visto al volante!».
Maggie hizo un gesto a uno de sus guardaespaldas para que inspeccionara el coche, con una sonrisa burlona en los labios. «Que sepa conducir no significa que esté cualificada para manejar un coche deportivo. Si hay tan solo un arañazo, alguien que ha salido de un matrimonio con las manos vacías no podrá pagar la reparación».
Sus palabras estaban calculadas para minar la dignidad de Belinda. Mientras los guardaespaldas comenzaban a examinar el vehículo, Cathy mantuvo una actitud cortés hacia Belinda. —Si el coche está bien, no le pediré ninguna compensación, señorita Nelson. Sin embargo, si hay algún daño, una disculpa sería lo adecuado, ¿no cree?
Belinda se presionó los dedos contra la frente palpitante. Si hubiera sabido que esta distracción seguiría a la celebración de su divorcio, se habría quedado en casa con Madisyn.
Elliott se movió incómodo. Su decisión de prestar el coche sin autorización no solo había avergonzado a Belinda, sino que también había puesto en peligro su propia reputación. Se acercó a Kristopher, que estaba apartado, con la mirada fija en Belinda y una expresión indescifrable.
—Kristopher —dijo Elliott en voz baja, aclarando la garganta.
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Kristopher salió de su ensimismamiento y se volvió hacia él con fría indiferencia—. ¿Qué pasa?
—Por favor, ve a ver cómo están Cathy y los demás. No metamos más a Belinda en esto. Si alguien es responsable del coche, ese soy yo. No debemos agravar la situación.
Kristopher observó a Belinda, que permanecía con calma y determinación, y entrecerró los ojos. —Espera un momento.
Quería ver cómo Belinda manejaría este último desafío. En ese momento, uno de los guardaespaldas que inspeccionaba el coche gritó: —¿Qué es esto?
Toda la sala se quedó en silencio, pendiente de lo que estaba pasando. Un guardaespaldas sostenía una pequeña caja negra con un lazo de satén azul.
Maggie se abalanzó hacia él y le quitó la caja. Se dio la vuelta y miró a Belinda con ojos fríos. —¿Qué es esto? ¿Por qué hay una caja de regalo claramente masculina en el coche que Kristopher le compró a Cathy?
La expresión de Belinda se agrió mientras miraba la caja. «No tengo ni idea». Esa misma tarde, Madisyn había estado inspeccionando el coche y se había topado con la caja escondida en la guantera. Tanto Belinda como Madisyn habían supuesto que pertenecía al propietario del coche y se habían abstenido de volver a tocarla, dejando la guantera sin abrir.
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