Una segunda oportunidad con el CEO tras el divorcio - Capítulo 10
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 10:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Kristopher frunció aún más el ceño mientras miraba la casa a oscuras que tenía delante.
Antes, por muy tarde que volviera, Belinda siempre dejaba una cálida luz amarilla encendida en casa.
Ella creía que una sola lámpara encendida podía ahuyentar las sombras frías y hostiles, haciendo que la casa se sintiera acogedora y habitada. Pero esa noche, la oscuridad envolvía la casa por completo, ni una sola luz brillaba en la penumbra.
Esta ausencia total parecía excavar un espacio vacío en el corazón de Kristopher.
Salió del coche, marcando el número de Belinda y abriendo la puerta principal con su huella dactilar.
Al encender las luces de la pared, un mensaje automático, frío y sin emoción, le informó de que el número de Belinda ya no estaba en servicio.
Una escalofriante realidad se apoderó de él al examinar la casa vacía. Todos los signos de la presencia de Belinda habían desaparecido.
Las mullidas zapatillas rosas que solían esperar en la puerta habían desaparecido. Los cojines con forma de conejito ya no adornaban el sofá, e incluso su gato, Fluffy, no se veía por ninguna parte.
Con el corazón encogido, Kristopher dejó el teléfono y se adentró en la casa.
Una fina capa de polvo cubría la mesa de centro, sobre la que yacía un acuerdo de divorcio firmado por Belinda.
La fecha del documento revelaba que había sido redactado una semana antes.
Era el mismo día en que había perdido a su hija.
«Kristopher. Divorciémonos».
Últimos cαριᴛυʟσѕ en ɴσνє𝓁a𝓈4ƒ𝓪𝓷.𝒸o𝓂
Las palabras de Belinda resonaban en su mente.
En ese momento, lo había descartado como un simple arrebato emocional, sin creer realmente que ella fuera a seguir adelante.
Su madre le había tranquilizado a diario durante la última semana, asegurándole que estaba cuidando de Belinda y que todo iba bien. Supuso que el silencio de Belinda era solo ira residual hacia él.
La revelación de que su madre le había estado engañando todo este tiempo le golpeó con fuerza.
Belinda se había marchado, dejando solo los papeles del divorcio.
Apretó las manos con fuerza, con las venas hinchadas por la tensión.
Criada por error en el campo, Belinda siempre había estado alejada de su familia, los Nelson, y no había vuelto a casa ni una sola vez en los tres años que llevaban casados.
Sin apenas amigos en Nawrin, ¿adónde podía haber ido a esas horas de la noche?
La idea de que pudiera estar con el hombre que la acompañó a la fiesta atormentaba a Kristopher.
Frustrado, Kristopher agarró su teléfono y llamó a Marc, con voz desesperada. —¡Averigua dónde está Belinda, inmediatamente!
La respuesta de Marc fue vacilante. —Sr. Cox, lo he investigado. Belinda canceló todos sus números de contacto hace una semana. También ha apagado todos los dispositivos que le proporcionó la familia Cox. Lo único que he podido rastrear es su vuelo de vuelta a Nawrin… Pero no puedo determinar su ubicación exacta».
«¿Cómo es posible?
Kristopher estaba furioso. «Más te vale quedarte despierto toda la noche y averiguarlo. Si no me das su ubicación mañana por la mañana, ¡más vale que vayas a Recursos Humanos y entregues tu renuncia!». Colgó el teléfono y observó la casa vacía, con la inquietud aumentando por momentos.
¡Belinda se estaba volviendo cada vez más incontrolable!
¿De verdad había logrado mantener la fachada de esposa dulce y virtuosa durante tres años antes de que su verdadera naturaleza saliera a la luz?
Después de guardarse el teléfono, Kristopher subió las escaleras con pasos pesados.
El vestidor del segundo piso estaba repleto de pertenencias; parecía que solo se había llevado unos pocos conjuntos y su gato.
Los cajones de la mesita de noche estaban entreabiertos, dejando al descubierto una colección de anillos y collares cuidadosamente ordenados en su interior.
Cada pieza era un regalo de Marc, comprado para ella en vacaciones y aniversarios a lo largo de los años.
Kristopher apenas había prestado atención a estas baratijas, pero para Belinda eran tesoros. A menudo las fotografiaba desde distintos ángulos para compartirlas en las redes sociales y las guardaba meticulosamente en su cajón.
Ahora, sin embargo, los joyeros yacían abandonados, cubiertos de polvo, desechados por Belinda al igual que su partida.
Una punzada de dolor apretó el corazón de Kristopher al ver los tesoros abandonados. En ese instante, sintió una profunda sensación de abandono, que reflejaba el estado de abandono de esos preciados accesorios.
.
.
.