Una mamá psicóloga - Capítulo 118
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Capítulo 118:
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POV Lucas
Ni siquiera la pienso mucho antes de correr a mi auto para ir por Beatriz a la casa de sus padres.
Ella está embarazada, su madre debería ser más considerada.
Pude escuchar que se sentía mal por su voz al teléfono y eso me enfada demasiado.
Conduzco rápidamente hasta su casa, llego a la dirección con prisas y cuando reconozco el auto de mi hermana me estaciono justo en frente.
Rodeo el auto para entrar en la casa cuando un hombre de unos cincuenta años me detiene en medio de la entrada de la casa que asumo es la casa de sus padres.
“¿Qué hace usted aquí?”, dice el hombre.
“¿Por qué quiere entrar a mi casa?”
“¿Usted es el padre de Beatriz entonces?”, gruño.
“Estupendo, ahora quítese de en medio”.
El hombre me mira incrédulo, camino hasta la casa y entro por la puerta que sigue estando entreabierta.
Lo primero que noto cuando entro en este lugar es a Beatriz, sentada en el sofá con su respiración entrecortada.
Corro hasta ella dándole la más cruel de mis miradas a la mujer sentada en el otro mueble como si nada.
“¡Lucas, sácame de aquí!”.
Me suplica ella, apenas me ve.
“Me siento…”, traga.
“Me siento mal…”
“¿Te duele algún lugar?”
La examino notando su pulso demasiado elevado.
“¿Qué sientes cariño?”
“Yo… no lo sé, estoy asustada”
Ella lleva una mano hasta su v!entre.
“No quiero que mis niños estén mal, yo no…”
“Te dije que no vinieras más a este lugar”, la tomo en brazos.
“¿No ves que estas personas son insoportables? No merecen una sola de tus lágrimas”
“¿Quién es usted para decir eso?”, grita la que supongo es su madre.
“Usted no sabe nada de…”
“Sé lo suficiente”, gruño sujetando con cariño a Beatriz.
“Sé que abandonaron a su hija en la calle cuando más lo necesitaban”
Hago una pausa.
“Sé que ha sido tan cruel que ni siquiera se da cuenta de cuánto daño le está haciendo a su hija usted es despreciable”.
“Ella durmió con alguien, es una pecadora, si ella no hubiese traicionado nuestra confianza, las cosas no abrían ha sido de esta forma, ella era una buena niña, pero…”
“Sigue siendo buena, es una mujer maravillosa y ustedes sí que son pecadores porque dudo que los cielos vean con buenos ojos que abandones a tu hija”, niego.
“No merecen ser los padres de Beatriz, pero no se preocupen que no voy a dejar que sufra ni una vez más”.
“¿Quién eres tú?”
Miro al hombre que me detuvo en la puerta hace unos minutos.
“¿Acaso eres el padre de ese niño del pecado?”
“No, no soy el padre, pero me encantaría serlo y estos bebés, porque son dos”, respondo.
“No son un pecado, son una bendición, una que ustedes al parecer no van a disfrutar nunca, ahora quítense de mi camino”.
Salgo de la casa con la chica en mis brazos llorando contra mi pecho, maniobro para sentarla en el asiento del copiloto.
Ella trata de mantenerme cerca de ella, pero lo único que quiero es sacarla de aquí lo antes posible, así que después de darle una pequeña caricia en las mejillas trato de calmarla.
“No llores nena, te dije que estos bebés deberían estar tristes”
Limpio sus mejillas antes de besarla.
“Vamos a casa y cenemos alguna cosa deliciosa, ¿Vale?”
“Realmente quería que mis padres me perdonaras Lucas, yo solo quería ver que estuvieran bien”, niega.
“Pensé que quizás ahora me perdonarían, pero mi madre solo me…”, niego.
“Le doy un pequeño beso en los labios antes de pedirle calmarse, ella asiente mientras me aparto de ella”.
Cierro la puerta del auto antes de llamar a alguien para que venga por el auto de Beatriz.
Corto la llamada listo para largarme de aquí con Beatriz.
Pero un idiota que definitivamente debe ser el ex se acerca a mirar el auto de mi hermana.
Esa ropa de santurrón que lleva le queda fatal, puedo ver que es un mal nacido con solo ver la expresión de su rostro y aunque no debería me acerco a él con prisas.
El sujeto me mira confundido durante un instante.
“¿Disculpe, nos conocemos?”
“Usted no me conoce, pero yo sí sé muy bien quién es usted, desgraciado”
“¿Disculpa?”
“No, no te disculpo y créame, soy una persona paciente, pero mereces esto mucho más de lo que puedo aguantar”.
Mi mano se mueve, le doy un puñetazo en el rostro que lo hace dar tres pasos hacia atrás y mientras el pobre desgraciado jadea en shock me doy cuenta de que Beatriz ha salido del auto.
“Entra al auto Beatriz”, pido con cuidado.
“Vamos a casa”
“Ah, así que este es el tipo que estás usando”, gruñe el tipo molesto.
“¿Sabe que estás embarazada?”
“Si lo sé y no me importa”, niego
“Ahora cierra la boca antes de que vuelva a golpearte”
Camino hasta Beatriz, la ayudo a subirse al auto una segunda vez y rodeo el auto listo para largarme de este lugar prometiéndome que no dejaré que Beatriz vuelva a ver a nadie de este lugar.
Conduzco de regreso a casa mientras Beatriz llora a mi lado.
Me siento tan enfadado que lo único que quiero hacer es detener el auto y prometerle que todo estará bien, que me quedaré con ella, que no necesita a sus padres o a nadie más.
Llego a casa y siento que debería irme a otro lugar, Beatriz trata de bajarse del auto, pero la detengo.
Prendo el motor una segunda vez antes de llamar a mi padre.
Beatriz me mira en silencio, pero le digo que todo estará bien mientras espero a que mi padre conteste el teléfono.
“¿Lucas?”
“Voy a irme a la casa de campo”, le informo.
No quiero interrupciones.
“Pídele a la empleada que la organice, estaré ahí en unas dos horas”.
“¿Por qué vas a la casa de campo?, sucede algo”.
“No, solo…”
Miro a la mujer a mi lado.
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