Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 368
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Capítulo 368:
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Grito como si me estuvieran ejecutando y mis rodillas se doblan, pero él me mantiene quieta.
Siento como si me clavaran un cuchillo en el mismo sitio una y otra vez, sin piedad ni remordimiento.
Dios, ayúdame. No soy tan fuerte. No soy tan fuerte como quieres que sea, por favor, por favor, ayúdame.
Las lágrimas brotan de mis ojos mientras Igor usa la mano que tiene en mi cabello para enrollarlo alrededor de mi cuello. Me mantiene inmovilizada y mis ojos logran ver pastillas blancas en sus manos.
Múltiples pastillas.
Se ha vuelto loco.
Va a matarme.
Oh, Dios mío.
«¡No! ¡Por favor, Igor!», grito, retorciéndome contra su agarre.
No quiero morir en sus manos. No quiero morir en este lugar. Ni siquiera me he despedido, y estos son los peores últimos días de mi vida. Esto no puede estar pasando.
¿Qué he hecho para merecer esto?
Me echa las pastillas en la boca y se deslizan por mi garganta, haciéndome arcadas y ahogándome. Sus manos abandonan mi cuerpo por completo y me desplomo al suelo. Inmediatamente llevo la mano al cuello, tratando de calmar la zona, pero me está bloqueando la respiración.
Oh, Dios.
«Por favor, no».
No puedo morir, todavía no, no así.
Mi visión empieza a nublarse e intento vomitar el contenido de mi garganta, pero no sale nada. Siento como si alguien me hubiera metido la mano en la garganta y me hubiera empujado todas las entrañas hasta el estómago, dejándolo agitado de una manera que no debería.
No quiero morir todavía.
Por favor, todavía no, por favor.
Theo
Partimos hacia Rusia en una hora, y ahora son las 4:30 a. m. No sé los demás, pero yo no he podido dormir en toda la noche.
Decidí quedarme en nuestro dormitorio por primera vez desde que ella desapareció. ¿Por qué me hice pasar por eso? No tengo ni puta idea. Pero necesitaba sentir algo, sentirla a través de los recuerdos que hemos creado aquí.
Ha pasado demasiado tiempo desde que la vi por última vez. Solía decirme a mí mismo que la echaba de menos porque tenía la costumbre de verla a menudo. Pero esa no es la razón, y lo he aceptado.
La echo de menos porque mi corazón clama por su presencia en cada segundo de mi vida. Echarla de menos se ha vuelto tan necesario como respirar. Cada pensamiento, palabra y frase me recuerdan a ella y al tiempo que pasamos juntos. Mi mundo ha empezado a girar a su alrededor en todos los sentidos. Y ojalá hubiera podido decirle lo que sentía antes de que se fuera…
Por fin me he dado cuenta de que no puedo vivir sin ella. Es jodidamente difícil. Mentiría si dijera que no he pensado en tomarme demasiadas pastillas para acabar con esta miseria.
Pero entonces pensé en ella. No creo que pudiera soportar que yo no existiera. Aunque Elisia no sienta por mí lo mismo que yo siento por ella, sé que una parte de ella me echaría de menos. No puedo esperar más para recuperarla, donde debe estar: conmigo y solo conmigo.
Oigo que mi teléfono vibra a mi lado y lo cojo.
Es Shawn.
Shawn
«A la oficina, ahora».
No me molesto en responder al mensaje, sé que tiene que ser importante, y bajo las escaleras a toda prisa.
De camino a mi oficina, me encuentro con Kian y Sergio, que parecen igual de estresados. Echo una mirada de soslayo a Kian, ligeramente irritado porque también haya sido invitado a esto.
¿Qué cojones?
Me siento como un adolescente enfadado y excluido.
Sacudiéndome los pensamientos de la cabeza, abro la puerta de mi oficina y veo a Shawn y Adriano. Están junto a mi escritorio con un gran sobre amarillo.
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