Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 367
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 367:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
¿Lo ha firmado?
Joder, lo ha firmado.
Es como si una bala me hubiera atravesado el corazón, dejándome entumecida de nuevo. Ya me traicionó una vez, así que ¿por qué me molesta tanto esta puñalada en el corazón? Es lo único que hace. Lo único que sabe hacer.
Herir y traicionar a la gente.
Y por mucho que yo tampoco quiera seguir en una relación con él, no puedo firmar estos papeles.
Una parte de mí no quiere firmarlo, porque por alguna razón, es demasiado difícil aceptar que la relación entre Theo y yo se esté deteniendo por completo. La otra parte no puede firmarlo porque eso significaría que Igor no puede obligarme a casarme con él. En algún momento, lo hará, pero no firmar estos papeles me dará algo de tiempo.
Parece que Igor tiene algo de sentido común y sabe que no puede casarse con una mujer que ya está casada.
Me hago de valor.
—Ahora mismo no quiero… —
Él suelta una carcajada.
—No te he dado ni una puta opción, Elisia.
Aprieto los puños a los lados, tratando de controlar mi ira. No sé qué le pasa, pero cada palabra que sale de su boca me hace hervir la sangre hasta el punto de que tiemblo físicamente.
—No —digo con voz ronca.
—No estoy preparada…
—¡Vale! —Interrumpe mi frase por la puta millonésima vez—.
¿No quieres hacerlo por las buenas? ¡Te obligaré a hacerlo por las malas!
No tengo tiempo de procesar sus palabras antes de que me empuje de nuevo a la cama, inmovilizándome las manos por encima de la cabeza.
Mi cerebro se congela mentalmente mientras intento mover las piernas, pero él las inmoviliza con las suyas. Este es el mayor miedo de toda chica desde el día en que nació. Por desgracia, en cuanto me inmovilizó, mi mente vaciló inmediatamente ante la idea.
Me ha agredido sexualmente tocándome donde no quiero que lo haga, pero nunca me ha… violado. Y no puedo soportar la idea de que este hombre me haga eso.
No podré vivir con ello. Nunca.
«¡Igor!», me retuerzo debajo de él.
«¡Por favor!».
«Shh», me hace callar.
—No estoy haciendo nada malo, ¿vale? Solo necesito que firmes estos papeles por mí.
—¡Yo. He. Dijo. No! —grito.
—¿No entiendes el significado de la palabra «no»?
Por supuesto que no.
Eso es todo lo que los hombres saben hacer.
Hacer daño. Traicionar. Degradar. Conseguir lo que les dé la puta gana, aunque eso signifique ignorar una simple palabra de dos letras.
«¡Dios, eres tan terco!», gruñe, con su aliento alcohólico y a cigarrillo mezclados abanicándome la cara.
Con las últimas fuerzas que me quedaban en el pecho, liberé uno de mis brazos de su fuerte agarre y le di un puñetazo en la nariz.
Su otra mano suelta la mía y se agarra la nariz de dolor. Gimiendo y gruñendo, se aparta de mí.
No pierdo ni un segundo más antes de ponerme de pie y correr hacia la puerta. El repentino estallido de movimiento me envía un dolor agudo y atroz en el estómago, y casi me caigo.
Envuelvo la mano alrededor del pomo de la puerta y, justo cuando lo giro, una mano se enreda en mi cabello, tirando de mí de vuelta al infierno del que pensaba que acababa de liberarme.
No, por favor.
Un quejido bajo se escapa de mí mientras Igor me echa el cuello hacia atrás sobre su hombro. Su mano libre se envuelve alrededor de mi estómago y presiona contra el punto empapado de sangre, sabiendo exactamente cómo recuperar el control. Mis manos se cierran a ambos lados de mi estómago, dejándome completamente indefenso.
.
.
.