Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 338
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 338:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Entonces, aprieta los puños y envuelve su estómago con los brazos en un gesto protector.
—Se la llevaron —respira.
El corazón se me para.
—¿Quiénes?
Le tiemblan los labios.
—Ramos. Y este otro hombre…
No escucho el resto.
Ramos.
Ramos. Ramos.
El nombre hace que el fuego corra por mis venas, quemando hasta la última pizca de control que me queda.
No puedo quedarme aquí.
No puedo respirar aquí.
Me pongo en pie tambaleándome, doy media vuelta y me dirijo a mi oficina.
En cuanto entro, mi cuerpo se contrae.
Pierdo el control.
El pecho se me oprime, los pulmones se me contraen, no puedo respirar, joder.
Sia no está aquí.
No está conmigo.
Antes de que me dé cuenta, mis manos agarran archivos, ordenadores portátiles, cualquier cosa que esté a mi alcance,
y los lanzo.
Se estrellan contra la pared, el sonido de cristales rotos y madera astillada resuena en la habitación.
Pero no es suficiente.
Nada es suficiente para ahogar la rabia, la impotencia que me agarra por la garganta.
No paro hasta que mis nudillos gritan de dolor, la pared frente a mí se agrieta y se llena de rayas rojas.
Cuando la puerta se abre de golpe, ni siquiera levanto la vista.
La voz de Shawn apenas se registra.
«¡Theo!».
Oigo su respiración acelerada, siento su presencia acercándose a mí.
Me agarra del brazo, obligándome a mirarlo.
«¡No para!».
Su mano gesticula frenéticamente…
En mis propios nudillos.
La sangre gotea por mis dedos, manchando el suelo.
Miro hacia abajo, aturdida.
¿Cómo ha pasado?
Miro la pared que tengo delante…
Hay agujeros.
Abolladuras ensangrentadas.
Ni siquiera recuerdo haberlas hecho.
Siento que estoy perdiendo la cabeza.
Porque ella no está aquí.
Porque no está a salvo.
Shawn dice algo, pero sus palabras son apagadas, distantes.
No oigo nada.
Nada más que el zumbido en mis oídos, el golpeteo en mi cabeza.
Sia no está en casa.
No está conmigo.
«¿Estás escuchando?».
.
.
.