Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 336
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Capítulo 336:
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Fernando.
El padre de Theo está ahí de pie, con los brazos cruzados y una expresión severa.
—Deja de molestar a Kayla. Ya has hecho suficiente.
Ramos resopla, pero no discute.
En cambio, las siguientes palabras de Fernando me hielan la sangre.
—Coged lo que necesitemos y vámonos.
Frunzo el ceño.
¿Coger lo que necesitemos?
¿Qué diablos significa eso?
¿Y por qué, después de meses desaparecido, ha vuelto de repente?
¿Y con Ramos, de entre todas las personas?
Todo sucede demasiado rápido.
Un empujón brusco me hace tropezar hacia atrás, mi columna choca contra el pecho de Ramos.
Un gemido agudo se escapa de mí, pero antes de que pueda reaccionar…
Una aguja me perfora el cuello.
Una sensación de ardor se enciende a través de mis venas, el escozor se extiende al instante.
«¡No!».
El grito desesperado de Kayla resuena, su cuerpo se retuerce mientras Fernando la agarra.
Mi mano se eleva, presionando instintivamente contra el punto dolorido de mi cuello, pero es demasiado tarde.
La fórmula se precipita por mi torrente sanguíneo, haciendo que la habitación se incline…
Mi visión se vuelve borrosa, mi cuerpo se debilita.
A través de la neblina, veo a Kayla defenderse, sus uñas arañando los brazos de Fernando.
Su paciencia se agota.
La agarra por el pelo y le golpea la cara contra la pared.
«¡Cállate!».
Un chasquido repugnante resuena por el pasillo.
«No», susurro, mi voz se desvanece, mis fuerzas se agotan a cada segundo que pasa.
«Por favor… suéltala».
Mis rodillas se doblan, el mundo gira fuera de control.
Justo cuando me derrumbo, dos brazos fuertes se envuelven alrededor de mi cintura, tirando de mí hacia un pecho sólido.
Intento luchar contra ello…
Intento moverme…
Pero ya no siento nada.
Solo oscuridad.
Theo
Le dije a Elisia que la recogería hoy.
Ya llevo diez minutos de retraso.
Espero que no me mate.
Cogiendo mis llaves y mi cartera, camino hacia la puerta principal.
Pero entonces…
Me quedo paralizado.
Sandra y otra chica entran lentamente.
La chica tiene la cabeza gacha, el cuerpo flácido, envuelto sobre los hombros de Sandra como si estuviera inconsciente.
El guardaespaldas de Noah y Sandra les sigue, con expresiones tensas…
Angustiados.
Pero mis ojos vuelven a recorrer la habitación y se me cae el alma a los pies.
¿Dónde coño está Elisia?
Una sensación sofocante se apodera de mi pecho.
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