Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 332
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Capítulo 332:
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Antes de que pueda terminar la frase, la callo de la única manera que sé.
Cubro su coño con mi boca, mi lengua presionando contra su clítoris.
Al mismo tiempo, le meto dos dedos, llenándola con una sola y profunda embestida.
«Joder», gime, sacudiendo las caderas, desesperada por más.
La presiono hacia abajo, manteniéndola inmovilizada debajo de mí.
«¡Theo!».
Sus manos se enredan en mi cabello, empujando mi cabeza aún más hacia su calor.
Ahora se ha olvidado de todo, de lo que demonios estaba hablando.
Porque ahora, todo lo que oigo es mi nombre, mezclado con maldiciones entrecortadas, su voz deshaciéndose en placer.
Así que sigo adelante.
Me deleito en ella como si fuera lo único que necesitaré.
Hasta que ella no pueda respirar.
Hasta que yo no pueda respirar.
Si hay algo que quiero en este mundo, es ser devorado por ella por completo.
Estar a su merced.
Todo su cuerpo, toda su existencia, me pertenece.
Por siempre jamás.
Mi hermosa esposa.
Elisia
—Tengo miedo —Kayla exhala.
—¿Me dolerá?
—No pasa nada, ¿vale? Toma, cógeme la mano.
Le doy un suave beso en la frente.
—Al principio te sentirás incómoda, pero no será nada comparado con la alegría que sentirás cuando veas a tu bebé en la pantalla.
Kayla me sonríe, su nerviosismo se calma un poco.
En los últimos cuatro días desde que volvió a casa, hemos construido algo especial: un vínculo que se siente casi fraternal.
Encaja tan bien con todo el mundo, como si siempre hubiera pertenecido.
¿Pero a mí?
Es una hermana pequeña, una a la que siento un profundo instinto de proteger.
Después de todo lo que ha pasado, se merece todo el amor del mundo.
Tomó la valiente decisión de quedarse con el bebé, reclamándolo como suyo.
Ramos no tiene cabida en la vida de este niño, y Theo se asegurará de ello.
A las ocho semanas de embarazo, hoy es su primera ecografía.
Prácticamente le rogó al médico que me dejara hacerla, y no pudieron negarse.
Así que aquí estamos.
Aplico el gel en su vientre, extendiéndolo suavemente antes de coger el transductor.
Mientras lo deslizo sobre su piel, la pantalla cobra vida, revelando una imagen de ecografía temprana.
Aparece una pequeña mancha rizada en la pantalla.
Kayla abre los ojos como platos.
—¿Ese es mi bebé? —susurra, sin aliento.
—Sí —sonrío, mirando entre ella y la imagen con total asombro.
Ella frunce el ceño ligeramente.
—Parece… un nugget de pollo. ¿Estás seguro de que es un bebé?
Resoplo, tratando de contener la risa.
—Sí —asiento.
—El bebé tarda en desarrollarse. Ahora mismo, solo parece una bolita.
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