Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 327
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 327:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Bien».
Dicho esto, se da la vuelta, abre la puerta de un tirón y la cierra de golpe tras ella.
Un segundo después, suena mi teléfono.
Suspiro profundamente antes de contestar.
«Dominic está aquí, señor», dice uno de mis guardias, con voz ligeramente escéptica. No me sorprende.
Todos saben que no soporto a ese hombre.
Exhalo lentamente.
«Déjale entrar».
Elisia
Gimo mientras Sandra sigue hablando.
Me ha despertado sin querer hace unos minutos al entrar.
Por un breve segundo, casi se me dibuja una sonrisa en el rostro.
Pensé que era Theo.
No es que no me alegrara de ver a Sandra, claro que sí.
Solo que esperaba a Theo.
Hablando de Theo… ¿dónde está?
Sé que le dije que no me ayudara anoche porque me sentía mal, pero eso no significa que realmente me escuche.
Sandra sigue hablando, completamente ajena a mis pensamientos.
«—¡Yo estaba como, Sergio, así no funciona! Pero él seguía aferrándose a su punto de vista. ¿Cómo vas a decirme tú, un hombre, cómo funciona un puto tampón?
Suspira, pero tiene una sonrisa en los labios cuando habla de él.
Es mono.
Son monos.
Luego, como si de repente recordara algo, continúa.
«Ahora que lo pienso, solo intentaba cabrearme porque follamos después…»
—¡Sandra! —gruño, interrumpiéndola.
—Tony es mi hermano. Y no quiero oír hablar de mi hermano y mi mejor amiga enrollándose.
Pone los ojos en blanco.
—Como si tú no me contaras todos los detalles sobre ti y Theo.
—La miro con los ojos entrecerrados.
—Exacto. A ti te lo cuento. A Isabella no, porque es la hermana de Theo. Tú no eres su hermana.
—Gracias a Dios —murmura para sí.
Lo oigo.
Prefiero ignorarlo.
No puedo obligarlas a hablar y actuar como amigas.
Mientras ella me apoye, es todo lo que necesito para ser feliz.
Dejo escapar un profundo suspiro.
—Necesito un poco de aire fresco. Vayamos al patio trasero.
—¡No!
La voz de Sandra es aguda, casi demasiado rápida.
Arqueo una ceja.
—Quiero decir que estás enferma. Deberías quedarte en cama.
La miro fijamente, confundida.
—Ahora me siento mucho mejor.
Me mira con frialdad.
—Sia.
La miro fijamente.
—Sandra.
No se echa atrás.
.
.
.