Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 194
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 194:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Sandra e Isabella lo miran con furia, y claramente deducen quién me hizo llorar.
Vale, está bien, no fue solo él.
Fue mi estúpida obsesión.
Pero eso también pasó por su culpa.
Theo se detiene a unos metros de distancia, con los ojos fijos en su teléfono.
«Elisia».
Su voz es distante, indiferente.
«Necesito que me acompañes a un evento».
Ni siquiera me mira.
Su mirada permanece pegada a la pantalla.
¿A quién coño le está escribiendo?
No contesto.
Theo exhala con fuerza, claramente molesto, pero cuando sus ojos se posan en mí, cuando realmente me mira, su expresión vacila.
Su mirada se suaviza, solo un poco.
«¿Por qué lloras, ragazza carina?».
Su voz es baja, casi suave.
(Chica guapa).
Me pongo rígida.
«No lloro».
Sandra se burla.
«Pregúntatelo, idiota».
Isabella cruza los brazos.
«¿No deberías saberlo?».
Todos hablamos al mismo tiempo.
Theo parpadea, mirándonos como si fuéramos nosotros los que estamos actuando de forma extraña.
Theo.
Miro a la bella durmiente acurrucada en mis brazos.
Elisia se quedó dormida antes que yo, sus ronquidos silenciosos apenas audibles, pero para mí son música.
¿Sería espeluznante admitir que me gusta oírla respirar?
Sí, gilipollas.
Esta noche fue una puta euforia.
Creo que nunca he corrido tan rápido ni tan fuerte con nadie.
Estar dentro de ella fue algo más, fue increíble, adictivo.
Una ronda no fue suficiente. Quería poseerla una y otra vez.
Pero estaba demasiado cansada.
Lo vi en sus ojos, en la forma en que su cuerpo temblaba de agotamiento.
Después de todo, era su primera vez.
No quería agotarla.
La próxima vez, sin embargo, la próxima vez, no me detendré.
La próxima vez, la devoraré.
La destruiré.
Solo de pensarlo, de la forma en que yace aquí con nada más que mi camisa, se me pone duro de nuevo.
Quiero jugar con ella.
Probarla.
Sentirla.
Hacerla gritar mi nombre hasta que sea lo único que le quede en la cabeza.
.
.
.