Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 186
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 186:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Ni siquiera lo mira.
No le importa lo que hice.
No le importa lo mucho que significa para mí.
Me quedo mirando los trozos rotos, con las manitas temblando.
Solo quería enseñarle lo que he hecho hoy.
¿A quién más se lo voy a enseñar?
No tengo a nadie más que a papá y a mamá.
¿Por qué no le importa?
¿Por qué es tan malo conmigo?
Las lágrimas me queman los ojos.
Intento parpadear para ahogarlas, pero se desbordan, calientes y rápidas.
Estoy llorando antes de poder contenerme.
Papá gime frustrado y se quita el cinturón.
El pánico me agarra el pecho.
Sé lo que viene.
Corro.
Salgo corriendo de su oficina, mis pequeñas piernas me llevan tan rápido como pueden.
No sé adónde voy…
Solo sé que no puedo soportar más esto.
Mi mirada se posa en uno de los guardias junto a la puerta, y no pienso…
Actúo.
Antes de que pueda reaccionar, agarro la pistola de su funda, el frío metal se desliza en mis pequeñas manos.
Me giro.
Papá se queda inmóvil.
Levanto el arma, apuntándole directamente.
Entrecierra los ojos.
—Sia, eso no es un juguete —afirma con firmeza.
—Sé que no lo es —susurro.
Las lágrimas siguen cayendo. Me tiemblan las manos.
«¿Por qué me haces esto, papá?».
Pero no responde.
Solo me mira fijamente.
Frío. Sin emociones.
Como siempre.
«¿He hecho algo malo para que me odies tanto?». Mi voz se quiebra, áspera y desesperada.
«Solo quiero que me quieras como un padre debería querer a su hija. Solo tengo diez años y, sin embargo, soy más madura de lo que tú serás nunca».
Papá aprieta los puños, con una expresión inflexible.
—Baja el maldito arma —ordena con voz aguda y sin emoción.
¿En serio?
La ira se enciende dentro de mí, ardiendo en mis venas, amenazando con explotar.
Por primera vez en mis diez años de vida, lo siento…
La necesidad de matar.
A él.
O a mí mismo.
Porque este dolor es insoportable.
Me duele tanto que no puedo respirar.
¿Y no es eso horrible?
.
.
.