Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 183
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Capítulo 183:
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Una pequeña sonrisa se desliza por mis labios.
Theo se da cuenta al instante.
—Tú también tienes hoyuelos —murmura.
Parpadeo.
—¿De verdad? —Inclino la cabeza, sorprendida.
Siempre he querido tener hoyuelos, pero nunca supe que los tenía.
Él asiente con la cabeza, su expresión se suaviza.
—Muy tenues, pero están aquí, cariño.
Mi sonrisa se ensancha e instintivamente llevo la mano a las mejillas, tratando de encontrarlas.
Theo se ríe de mi confusión.
Luego, levantando la mano, pasa el pulgar por la pequeña hendidura, mostrándome exactamente dónde están.
Un calor se extiende por mí, asentándose profundamente en mi pecho.
Un momento de silencio persiste entre nosotros antes de que él vuelva a hablar.
«¿Te duele?». Baja la voz, casi vacilante.
«Yo… eh, no». Escupo la mentira demasiado rápido.
Theo aprieta la mandíbula.
«Nunca me mientas».
Un suspiro de culpa se escapa de mis labios.
«Duele», admito, dejando caer la cabeza contra su pecho desnudo y tonificado.
Me mete un mechón de pelo detrás de la oreja, sus dedos recorren mi mejilla con un toque tan suave que me duele el corazón.
—La próxima vez seré más suave —murmura.
—No.
La palabra se me escapa más rápido de lo que esperaba y rápidamente me incorporo.
Theo arquea una ceja ante mi respuesta.
Tragué saliva, con el rostro ardiendo.
—Me… me gusta. —Mi voz se convierte en un susurro.
Sus labios se contraen en una sonrisa burlona.
—¿Qué te gusta, cariño? —Su tono es burlón, juguetón, conocedor.
—¡Ya lo sabes! —Le doy un ligero golpe en el pecho, pero solo consigue que su sonrisa se ensanche.
—No, no lo sé. Dímelo.
—Su voz es grave, rica, y me atrae más profundamente a su juego.
Respiro hondo, obligándome a mirarlo a los ojos.
—Me gustas… uhm, que seas duro conmigo.
En el momento en que las palabras salen de mis labios, mi rostro se ruboriza profundamente.
—¿Ah, sí?
Theo se acerca más, sus dedos rodean suavemente, pero con firmeza, mi garganta.
Me atrae hacia él, nuestros rostros a centímetros de distancia, su agarre lo suficientemente fuerte como para recordarme quién tiene el control.
Sus ojos se clavan en los míos, marrón oscuro con motas verdes, arremolinándose con algo más profundo, algo peligroso.
Podría perderme en ellos.
Quiero perderme en ellos.
Podría mirarlo todo el día.
Mi corazón late con fuerza cuando su mirada se desliza hacia mis labios.
Su expresión cambia, se oscurece, sus ojos encapuchados se entrelazan con un deseo crudo y arruinador.
Quiere besarme.
Y yo quiero que lo haga.
Mucho.
Hazlo.
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