Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 159
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Capítulo 159:
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Joder.
Hago clic en el botón de reproducción y empieza con Elisia y Ramos en el salón. Ramos le pregunta a Elisia dónde está Isabella y puedo sentir cómo nos ponemos tensos.
¿El cabrón no puede dejar en paz a mi hermana?
Mientras Elisia amenaza a Ramos con un cuchillo, Kevin se acerca por detrás y le golpea la cabeza con una barra de metal.
Puto cobarde.
Me salto la secuencia y me encuentro con Elisia amenazando a Ramos. Odio admitirlo, pero la forma en que pronunció esas palabras me puso como una puta moto.
«¿Vienes a mi casa y me atas en el suelo de la cocina, creyendo que te saldrás con la tuya? ¡Theo te hará pedazos, miembro a miembro, cuando vea lo que me has hecho!
Joder, sí, nena. Haré exactamente eso por ti.
Ramos sentirá lo que Elisia sintió cuando le clavó ese cuchillo. Haré que se arrepienta de cada decisión que ha tomado en su vida, hasta llegar a este momento. Y nadie me impedirá ponerle las manos encima a ese cabrón.
Seguimos mirando y nos encontramos con Kevin diciendo cosas inapropiadas directamente a la cara de Elisia. Mis puños se aprietan mientras olas de rabia me recorren, pero la forma en que Elisia le respondió fue impresionante y excitante.
Kevin le dio un puñetazo en la cara, pero ella no reaccionó. En cambio, ella le devolvió el golpe mientras estaba atada, sabiendo que las consecuencias serían malas. Y no puedo evitar sentirme orgulloso de mi mujer: lo manejó muy bien.
Si Elisia no hubiera matado ya a Kevin, le habría dado una muerte lenta y tortuosa por la forma en que trató a mi esposa.
Ramos se arrodilló ante ella y pude verla apretar los puños detrás del pilar, pero no mostró ningún miedo en su rostro. Ramos explicó su malvado plan sobre cómo él estaba allí por mi hermana y que Elisia había elegido esto por sí misma. Pero las siguientes palabras que dijo me derritieron el corazón.
«Y no lo haría de ninguna otra puta manera. Moriría antes de dejarte acercarte a Bella de nuevo».
Escuchar a Elisia proteger a mi hermana de la forma en que siempre la he protegido hizo que mi corazón se llenara de alegría. El hecho de que no se arrepintiera de no haberles dicho dónde estaba Isabella, y hoy, procedió a preguntarme si Isabella estaba bien mientras ella misma estaba tumbada en una cama de hospital.
Elisia es demasiado buena para este mundo. Es demasiado generosa para nosotros, para mí. Es demasiado valiosa para haber soportado tanto sufrimiento en su vida.
De los ocho mil millones de personas que hay en la Tierra, Elisia es la única que no se merece la mierda por la que está pasando.
Es considerada, sutil y la mujer más fuerte que conozco. Sin embargo, siempre parece que le pasan cosas malas. No dejaré que eso vuelva a suceder porque protegeré su alma con todo lo que tengo.
Vi cómo Kevin hundía con dureza el cuchillo en el estómago de Elisia. Ella soltó un grito fuerte y dolorido ante el repentino acto, y se me cerró la mandíbula. Odiaba verla así, tan herida. Me rompía el corazón verla soportar tal tormento. Ojalá Kevin se pudriera en las profundidades del infierno. Y Ramos… Voy a por él.
•Theo•
—Theo, por favor —gime Elisia.
—He dicho que no —respondo por enésima vez.
—Me dieron el alta. ¡Ahora estoy perfectamente bien! —se defiende ella.
Me doy la vuelta, me abrocho la camisa y la miro con gesto admonitorio. Ayer le dieron el alta en el hospital y ahora quiere salir conmigo.
Ni siquiera voy a salir por placer; voy por negocios.
Tengo que cerrar este trato con los americanos. Quedamos con ellos en uno de mis clubes, y Elisia me ha estado rogando que vaya. Aplazé la firma de los documentos el día que Elisia estuvo en el hospital, pero ahora necesito cerrar este trato.
Una vez que lo selle, los americanos se convertirán oficialmente en nuestros aliados. Eso significa más ayuda para encontrar a Ramos. Ya se ha corrido la voz de que Ramos atacó a mi esposa, y nuestras otras alianzas han enviado hombres a perseguirlo.
«Sia, no», afirmo con firmeza.
Ella resopla y se sienta en la cama. Me acerco a ella y le recojo un mechón de pelo detrás de la oreja. Mi mano le toca suavemente la mejilla y ella frunce el ceño. Estoy a punto de explicarle mis razones, pero antes de que me dé cuenta, me tira encima de ella.
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