Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 156
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 156:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«¿Theo?».
Mi cabeza se vuelve hacia el sonido de la voz de Elisia, cruda y dolorida.
Sin pensarlo, todos corremos hacia ella.
Ver lo que esos cabrones le han hecho me pone enfermo.
La sangre se acumula a su alrededor, brotando de la profunda herida en su estómago. Las toallas están presionadas contra ella, ya empapadas. Sus manos tiemblan violentamente mientras intenta mantenerlas en su sitio, sus dedos temblando incontrolablemente.
Me dejo caer a su lado en un instante, tirando de ella hacia mí. Tomando el control, presiono las toallas firmemente contra su estómago, mi agarre apretado por la desesperación. La rabia me arde en las venas.
Mi primer instinto es encontrar a Ramos y matarlo, aquí y ahora.
Pero mi esposa me necesita.
La vengaré cuando se haya recuperado de esto.
«Joder, cariño», murmuro, con la voz entrecortada.
Los moretones tiñen sus mejillas de un morado intenso y furioso. Pequeños cortes cubren su piel. La sangre seca se adhiere a su frente.
¿Qué le han hecho esos cabrones enfermos?
«¡Que alguien llame a una puta ambulancia!», grito, y alguien sale corriendo a hacerlo.
Las lágrimas recorren su rostro mientras cierra los ojos con fuerza, su cuerpo está destrozado por el dolor.
Otro sollozo ahogado se escapa de sus labios y me rompe el puto corazón.
Mis manos, mi camisa blanca, ambas están empapadas de su sangre. Pero nada de eso importa. Lo único que me importa es ella. Mantenerla con vida. Mantenerla conmigo.
Si pudiera, le quitaría todo este dolor. Lo soportaría yo mismo sin dudarlo.
No soporto oírla llorar, sabiendo que no puedo hacer nada para aliviarlo.
No se merecía esto. No tenía nada que ver con nuestro caos. Ramos eligió a la persona equivocada para hacerle daño.
Se aprieta más contra mi pecho, buscando consuelo. Aprieto mi mano libre alrededor de ella, acercándola más.
De sus labios se escapan suaves gemidos, llenos de agonía, y no puedo hacer nada más que seguir presionando la herida, observando impotente cómo se me escurre más sangre entre los dedos.
—Theo —jadea, con voz débil.
—Sí, cariño… mierda —respondo, con pánico en el tono de voz. Las toallas ya no sirven de nada. La sangre sigue saliendo.
A este ritmo, se va a desmayar.
«Me duele mucho», susurra, agarrando mi blazer con fuerza.
Lo sé, cariño. Ojalá fuera yo quien lo estuviera soportando en lugar de ti.
«Lo sé, Sia. Lo sé», intento calmarla.
Respira hondo y temblorosa mientras sus ojos comienzan a cerrarse. Está luchando muy duro para mantenerse despierta.
—¡No, no, Elisia! ¡No cierres los ojos! —grita Isabella, sacudiendo la cara desesperadamente.
Shawn y Sergio se hacen cargo sujetando las toallas mientras yo intento mantenerla consciente.
—No, Sia. Permanece despierta, por favor —le ruego prácticamente.
Pero no puede. Físicamente no puede.
Sé que está agotada. El almacén está a una hora de distancia, lo que significa que torturaron a mi esposa durante una hora entera. Una puta hora.
El lejano aullido de las sirenas llega a mis oídos. Por fin.
Ya estamos en el hospital. Isabella llamó a Sandra, y ella llegó en cuestión de segundos.
«Shawn, quiero a Ramos en mis putas manos. Dile a Roman que no voy a aceptar más malditas excusas», le grito con la mandíbula apretada.
«Acabo de enviarle un mensaje; dice que está cerca», me dice Shawn.
«Dile que nos envíe también las imágenes de seguridad. Tenemos que ver qué pasó», añade Sergio.
«Enseguida», responde Shawn.
Echo la cabeza hacia atrás contra la pared, mirando al techo.
No puedo creer que Ramos tuviera el puto descaro de torturar a mi mujer. En su propia casa.
.
.
.