Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 142
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Capítulo 142:
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Entra en el baño y oigo que se abre la ducha.
No veo mi maleta en nuestra habitación, así que supongo que Theo la ha empaquetado y la ha enviado abajo. Le agradezco su ayuda porque me está doliendo la cabeza de la forma más agonizante y terrible. Bajo las escaleras y veo a Isabella y Sandra desplomadas en el sofá. Shawn y Sergio están corriendo de un lado a otro, preparándose para que nos vayamos a casa.
Me arrastro hacia el sofá y me siento junto a mis chicas.
«¡Qué dolor de resaca más jodido!», gimo.
«Yo también», murmura Isabella.
«Yo también», refunfuña Sandra.
Echo la cabeza hacia atrás y la apoyo en el respaldo del sofá. Mis ojos se cierran sin querer.
«Oye, ¿estáis listas?», se acerca Shawn.
«Joder», gruño tapándome los oídos.
—Shawn, deja de hablar. ¡Ahora! —ordena Sandra, metiendo la cara en el reposabrazos.
—¿Por qué sois tan malos? ¡No es culpa nuestra que vosotros tres hayáis decidido bebiros toda nuestra colección de alcohol! —grita Sergio, haciéndome encoger de miedo por el volumen.
—Sergio, por favor. Te lo ruego —se queja Isabella.
«Eso es lo que os merecéis…», comienza Sergio en tono burlón y provocador.
«Tony, me está retumbando la puta cabeza, y si no te callas, ¡te daré una puta paliza cuando esté de humor! ¡Ahora, deja de hablar!», grito, haciendo que se callara inmediatamente.
«Sabes que la resaca es mala cuando son malos», susurra Shawn.
—Siempre son malos —susurra Sergio, haciendo que Shawn resopla.
—Te oímos —grita Sandra.
—Vale, vale. Os traeremos medicinas —se ríe Shawn, burlón.
Después de unos minutos temidos, que parecieron horas, los chicos finalmente regresaron. Al mismo tiempo, Theo bajó las escaleras. Se acerca a mí y se sienta a mi lado en el sofá.
—¿Estás bien? —me susurra al oído.
—No, me duele mucho la cabeza —me quejo, apoyándome en él. Me rodea con el brazo, acercándome a su cuerpo. Apoya la barbilla en mi cabeza y dibuja pequeños círculos en mi brazo. Tiene las piernas abiertas frente a mí, y sé que si pudiera verlo de cuerpo entero, me pondría muy cachonda.
Siempre está tan bueno cuando se pone en plan machote… Cállate.
Sandra e Isabella toman la medicina de Shawn. Sergio se para frente a mí, con la palma extendida. Tiene una pastilla enorme en la mano, y parece jodidamente imposible de tragar.
Odio las pastillas.
—¿No tienes jarabe? Prefiero tomar eso —me quejo.
—No, Si. Esto es todo. —Sergio se encoge de hombros.
—No la quiero —suspiro.
—Dámela. Ella la tomará —dice Theo, con el pecho retumbando contra mi cabeza.
—Theo —gimo.
—Tómala —su voz se endurece.
—No.
—Tómala de una puta vez, vas a estar de mal humor todo el día si no lo haces —insiste Theo.
—Es demasiado grande —me quejo.
—¡Eso es lo que ella dijo! —grita Shawn, lo que me hace mirarlo con furia.
Theo empuja la pastilla hacia mí y me da un vaso de agua. Suspiro y tomo la pastilla. Frunzo el ceño ante la desagradable sensación que deja en mi garganta.
—Puaj —casi vomito cuando el sabor a polvo mancha mi lengua.
Hoy va a ser un día largo, pero merecerá la pena cuando lleguemos a casa. Tengo mis prácticas en cuanto volvamos, y nunca he estado tan emocionada. Estoy muy agradecida de aprender cosas nuevas y ayudar a la gente.
Esperemos que no salga nada mal.
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