Un Regreso Inesperado: Rencores del pasado - Capítulo 141
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Capítulo 141:
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Gruño, frustrado.
Estoy demasiado cachondo ahora mismo.
«Ahora no», gruñe Theo, dirigiendo su irritación hacia la persona que está al otro lado de la puerta de nuestro dormitorio.
«¡Oye! ¡Al menos esta vez he llamado!», grita Shawn.
Este hijo de puta aguafiestas. Voy a matarlo.
«¿Qué quieres, Shawn?», pregunta Theo con tono muy molesto.
«Tenemos que irnos, ¿recuerdas?».
«Mierda», susurra Theo entre dientes. Coge el teléfono y mira la hora.
Frunzo el ceño cuando se levanta. Me arreglo la camisa y frunzo el ceño.
«Tenemos que prepararnos, Elisia. Nos vamos a casa», murmura, rascándose el cuello.
¿¡Nos volvemos!?
Siento una oleada de ira hirviendo en mis venas. Ahora mismo estoy irritada y frustrada con él.
«¡Te voy a matar mientras duermes, joder!», le amenazo antes de correr al baño y cerrar la puerta de golpe.
Theo me ha hecho enfadar a propósito y luego procede a decirme que tenemos que irnos.
Gilipollas.
Me doy una ducha rápida y relajante y pienso en lo de anoche. Espero no haber estresado demasiado a Sandra cuando disparar a ese hombre me provocó. Ojalá no le haya echado toda mi mierda encima. De verdad que tengo que dejar de buscarla cuando algo va mal.
Tengo que dejar de ser tan egoísta y ocuparme de las cosas por mi cuenta.
Es patético.
Me sigue doliendo horriblemente la cabeza y no se me pasa. Sigo pensando en anoche, pero es demasiado difícil. Estoy siendo demasiado dura conmigo misma. Salgo de la ducha y me visto con unos pantalones cargo negros y un top de tirantes. No podía llevar sujetador con el top que he elegido hoy, así que me lo he saltado. Me he puesto algunas joyas doradas y he dejado que mi pelo caiga suelto en su estado natural. He completado el look con unas Nike blancas.
Me apliqué un poco de rímel ligero, corrector y brillo de labios para tener un aspecto cuidado. Entro en mi habitación y Theo está sentado en la cama. Me mira mientras voy hacia el tocador. Me miro en el espejo y lo veo inclinando la cabeza mientras me observa.
Se ha puesto un pantalón de chándal y lo miro con el ceño fruncido. Ni siquiera lo vi bien en calzoncillos.
—Estás preciosa —me felicita Theo.
—Yo también estoy muy cachondo, ¿verdad? —le respondo, arrepintiéndome al instante de mis palabras.
Se levanta de repente y, en cuestión de segundos, está delante de mí. Me agarra el pelo con la mano, cierra el puño y tira de mí hacia atrás para que le mire directamente a los ojos. Se acerca más, rozándome la mejilla con la mandíbula.
—Cuida esa actitud, ¿vale? Solo te hará daño cuando volvamos —susurra en voz baja.
—¿Hacerme daño? —pregunto con voz tranquila, pero divertida.
—Te haré sentir tan bien cuando volvamos. Pero si sigues con esa actitud, reconsideraré mi decisión —amenaza.
No respondo nada. Sé que si abro la boca, saldrá algo malcriado. Y tengo muchas ganas de lo que sea que Theo esté planeando darme. Quiero que me haga sentir bien.
«¿Me entiendes, Elisia?», dice, apretando mi cabello con fuerza.
Asiento con la cabeza, apretando la mandíbula.
«Palabras, princesa», gruñe, tirando de mi cabeza aún más hacia atrás.
Princesa.
Dios, esa follada me ha hecho algo.
-Sí -susurro.
-Entiendo.
-Buena chica. -Me quita la mano del pelo y me masajea el cuero cabelludo para calmar el dolor.
-Ve a esperar abajo. Nos vamos en una hora -me ordena, como si fuera una niña.
Pongo los ojos en blanco ante su forma de darme órdenes. Me muevo para acercarme a la puerta, pero él me agarra del antebrazo y tira de mí hacia él.
«Sigue poniéndome los ojos en blanco y te daré una razón mejor para hacerlo», gruñe antes de soltarme el brazo.
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