Un Destino Sellado por la Mafia - Capítulo 96
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 96:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
«Quiero que la encuentren. Inmediatamente». Mi voz era fría, apenas contenida.
Volviéndome hacia el médico, exigí: «¿Puedo ver a mi esposa?».
«Sí, pero sigue dormida. No se ha despertado desde que la trajeron», explicó el médico.
Respiré hondo y entré en la habitación donde estaba Elena. Mi corazón se detuvo cuando la vi tumbada en la cama, pálida, frágil, conectada al oxígeno. Verla así me revolvió las entrañas. Había planeado hacerle daño, sí, hacerla sufrir por lo que su familia le había hecho a la mía, pero esto… esto no era lo que quería.
«¿Se va a poner bien?», pregunté, tratando de mantener la voz firme, pero el miedo estaba ahí.
—Sobrevivirá, pero… —El médico dudó—. Me temo que su útero podría verse afectado.
«¿Cómo que su útero podría verse afectado?», pregunté, sintiendo cómo me invadía el pánico.
El médico me miró a los ojos.
—Es posible que no pueda tener más hijos.
Esas palabras quedaron suspendidas en el aire como una sentencia de muerte. Me quedé en silencio, asimilando la gravedad del momento. Había planeado destrozar a Elena, pero no así. No así. Ella no se merecía ese dolor, no por culpa de otra persona. No por culpa de Christine.
Me acerqué a su cama y la observé mientras yacía allí, indefensa. Por primera vez en mucho tiempo, sentí algo más que ira. No era compasión, no del todo, pero se parecía. Algo crudo. Quería castigarla, pero nunca había querido destrozarla para siempre.
Esto no era el final. Christine pagaría por lo que había hecho, pero no iba a permitir que nadie más hiciera daño a Elena. Nunca más. No así.
Christine podría pensar que podía esconderse, pero me subestimaba. No iba a dejar que se saliera con la suya. Estaba dispuesto a recurrir a todos los jefes de la mafia de todos los rincones de Estados Unidos si era necesario. En cuanto salí del hospital, me dirigí directamente a casa, con la mente llena de planes de venganza. Me serví una copa de vino frío, tratando de calmar mis pensamientos acelerados, pero por mucho que intentara concentrarme, no conseguía trazar un plan claro.
Después de unos minutos mirando la copa que tenía en la mano, un nombre me vino a la mente: Marcus. Marcus era un tipo inteligente, alguien que me debía más de lo que podría pagarme jamás. Si alguien podía localizar a Christine, era él. En ese momento decidí utilizarlo, amenazarlo si era necesario. De una forma u otra, encontraría a Christine, y Marcus sería quien lo conseguiría.
¿Ya leíste esto? Solo en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒαɴ.c♡𝗺 para más emoción
No perdí tiempo. Me puse en contacto con Marcus y, en pocas horas, llegó a mi mansión. Su expresión era indescifrable, pero pude percibir un poco de vacilación cuando entró en la habitación. No me anduve con rodeos. Le expliqué lo que Christine le había hecho a Elena, cómo le había quitado la vida a mi hijo nonato. Cuando Marcus lo escuchó, vi el dolor en sus ojos. Estaba enojado, pero lo que me sorprendió fue que no solo culpó a Christine, sino que también me culpó a mí.
«Esto no habría pasado si no hubieras involucrado a Elena en todo esto», dijo Marcus, con la voz tensa por la frustración. Sus palabras me dolieron, pero no lo demostré.
Mantuve la concentración.
—Para vengar lo que Christine le hizo a tu hermana, te voy a encargar una tarea —dije, mirándolo fijamente a los ojos—. Encuentra a Christine. Tienes dos meses. Dos meses, nada más.
.
.
.