Un Destino Sellado por la Mafia - Capítulo 95
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 95:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
«Es la hora. Levántate», dijo Christine con voz fría y autoritaria.
Apenas podía moverme, pero sabía que tenía que seguirle el juego. Si se daba cuenta de que algo andaba mal, mi plan se vendría abajo. La observé mientras sacaba su propio juego de instrumentos médicos. Se estaba preparando para el aborto, mi supuesto aborto.
Mi cuerpo se sentía débil, pero mi mente estaba lo suficientemente clara como para saber lo que tenía que hacer. Cuando Christine se acercó con la aguja en la mano, grité.
El sonido fue más fuerte de lo que esperaba y resonó en la habitación. Christine se quedó paralizada, con una expresión de sorpresa en el rostro, y la jeringa se le resbaló de la mano y cayó al suelo. De repente, la puerta se abrió de golpe. Víctor irrumpió en la habitación, con la mirada fija en Christine y en mí.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le gritó.
«¡Ella… ella me ha inyectado!», grité, agarrándome el brazo y fingiendo debilidad. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, esperando que él me creyera.
Christine me miró con los ojos muy abiertos, incrédula. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero yo no iba a darle tiempo para pensar. Empujé sutilmente la jeringa derramada con el pie, asegurándome de que Víctor la viera.
Victor entrecerró los ojos al ver la escena. Me miró a mí, luego a Christine, y su furia fue en aumento.
—¿Le has inyectado? —le espetó a Christine.
—Yo no… —comenzó a decir Christine, pero la rabia en los ojos de Víctor la interrumpió.
Sin decir nada más, Víctor llamó a sus hombres. Entraron corriendo y me levantaron con cuidado. Apenas estaba consciente, pero podía sentir la mirada aterrada de Christine clavada en mí mientras me sacaban de la habitación.
Mientras nos marchábamos, sabía una cosa con certeza: Christine había caído directamente en mi trampa. La había inculpado por algo que no había hecho y ahora Víctor se lo iba a hacer pagar. Y, por primera vez en mucho tiempo, sentí que tenía algo de control.
Punto de vista de Víctor
Historias exclusivas en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒ𝒶𝓷.𝒸ø𝓂 para ti
Las palabras del médico me golpearon como un puñetazo en el pecho.
«Lo sentimos, señor Martínez, no hemos podido salvar al bebé».
Me quedé paralizado, con las manos cerradas en puños. Apenas podía procesar lo que estaba diciendo.
«¿Cómo que no han podido salvar al bebé?», pregunté, agarrando al médico por el cuello y sacudiéndolo, desesperado por obtener respuestas. Esto no podía estar pasando. Había venido aquí pensando que lo peor con lo que tendría que lidiar sería la traición de Christine, ¿y ahora esto?
Él tragó saliva, pero mantuvo la voz firme.
«Lo que le inyectaron a su esposa mató al bebé antes de que llegara al hospital. No pudimos hacer nada».
Lo solté, retrocediendo un poco, incapaz de comprender el peso de aquellas palabras. La ira que se apoderó de mí era abrumadora. Christine. Había confiado en ella y había cruzado una línea que no se podía perdonar.
—¿Han encontrado a Christine? —pregunté, volviéndome hacia uno de mis hombres. Él negó con la cabeza.
—No, señor.
Sentía cómo la furia crecía dentro de mí, pero tenía que mantener la compostura. Por ahora.
.
.
.