Un Destino Sellado por la Mafia - Capítulo 8
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Capítulo 8:
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A la mañana siguiente, me horrorizó ver los cadáveres de los hombres de Gad expuestos públicamente como un espantoso mensaje. Víctor había dejado claro que no habría más intentos de perturbar sus planes. La visión de los cuerpos sin vida era un brutal recordatorio del precio que la gente estaba pagando por mi libertad.
Víctor, siempre manipulador, decidió adelantar la ceremonia nupcial dos días. Se volvieron a enviar las invitaciones, un cruel giro en su ya burlona partida. Era como si estuviera decidido a exprimir hasta la última gota de agonía de esta situación.
Me sentía entumecida mientras me preparaba para la ceremonia reprogramada. Lo que una vez fue una gran ocasión ahora parecía una burla a mis esperanzas destrozadas. Me dolía el corazón con cada paso, con cada mirada a las elaboradas decoraciones que parecían burlarse de mi destino. Las paredes de la mansión, adornadas con luces brillantes y telas elegantes, parecían más una prisión que un lugar de celebración.
Victor me encontró en medio de los preparativos, con una expresión de satisfacción en el rostro.
«¿Estás deseando que llegue el gran día, Elena?», me preguntó con voz llena de falsedad.
Forcé una sonrisa, con voz hueca. «Supongo que no tengo más remedio que aguantar».
Él se rió, disfrutando claramente de mi incomodidad. «Así se habla. Recuerda que esto es el comienzo de un nuevo capítulo para nosotros».
Asentí, sintiendo el peso de sus palabras sobre mí. Mientras se daban los últimos toques y los invitados comenzaban a llegar, supe que la boda era más que una humillación personal; era una declaración del control que Víctor ejercía sobre mí y de su victoria sobre Gad.
Mientras estaba entre los invitados, desempeñando mi papel en esta elaborada farsa, sentí una oleada de impotencia. Mi vida era ahora un escenario para el triunfo de Víctor, y yo era un títere obligado a bailar al son que él tocaba. Solo podía esperar que algún día, de alguna manera, encontrara una salida a esta pesadilla. Por ahora, lo único que podía hacer era aguantar y tratar de aferrarme a los fragmentos de esperanza que me quedaban.
La iglesia estaba llena de caras desconocidas, cada una más sorprendente que la anterior. No pude evitar sentir una oleada de incomodidad. ¿Por qué había tanta gente que no conocía? Mi mirada se posó en la multitud y mi corazón se hundió cuando vi a mi hermano entre ellos. No estaría aquí si él no me hubiera vendido a este hombre cruel, pensé con amargura.
Cuando comenzó la ceremonia, la voz del pastor resonó en la sala.
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«Si alguien no está de acuerdo con este matrimonio, que hable ahora o calle para siempre».
Se me cortó la respiración. Este era el momento que había estado esperando. De repente, algunos de los hombres de Gad se levantaron y mi corazón se aceleró al ver a Gad caminando hacia mí y Víctor.
La alegría me invadió. Era un rayo de esperanza, una oportunidad de que el matrimonio no se celebrara. Sentí un gran alivio cuando Gad se acercó, pero la alegría duró poco. Los hombres de Víctor entraron en acción, sacaron sus armas y crearon una barrera entre Gad y el altar. La multitud contuvo el aliento, el miedo era palpable.
La voz del pastor rompió la tensión.
«¿Por qué no apoya este matrimonio entre la señorita Elena y el señor…?».
La voz de Gad era firme e inquebrantable. —No lo apoyo porque la única familia de Elena no apoya este matrimonio. Víctor lo manipuló para conseguirla.
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