Un Destino Sellado por la Mafia - Capítulo 68
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Capítulo 68:
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«No nos precipitemos», aconsejó con voz fría y calculadora. «Deberíamos ir primero al club de Marcus y recoger a otro de sus hombres, solo para confirmar lo que hemos oído».
Asentí con la cabeza. Christine tenía la capacidad de pensar con anticipación, de considerar todos los ángulos antes de actuar. Era una de las razones por las que la había mantenido cerca todos estos años.
De camino al club de Marcus con algunos de mis hombres, Christine preguntó, aparentemente de improviso:
«¿Davis dejó alguna vez su teléfono o su ordenador portátil antes de morir?».
La pregunta me pilló desprevenido.
«¿Por qué lo preguntas?», dije, intrigado por su repentino interés.
Christine siempre era estratégica en sus preguntas, así que sabía que tenía que haber una razón detrás de esta. Pero ella desvió la atención, como solía hacer cuando no quería revelar demasiado.
«Solo pensaba en voz alta», respondió, cambiando de tema con facilidad.
No insistí; conocía lo suficiente a Christine como para saber que revelaría sus intenciones cuando estuviera lista.
Cuando llegamos al club de Marcus, la escena era casi demasiado fácil. Vimos a uno de sus hombres, claramente borracho, tambaleándose como si se dirigiera a casa. Mis hombres no tuvieron que esforzarse mucho para meterlo en el coche, estaba demasiado ido como para oponer resistencia.
De vuelta en mi mansión, lo esposamos a una silla en el sótano y lo dejamos allí para que se despejara durante la noche.
Al día siguiente, Christine no perdió tiempo. En cuanto recuperó la conciencia, empezó a interrogarlo. La visión de los instrumentos de tortura dispuestos ante él debió de despertarlo más rápido que cualquier otra cosa. A diferencia del hombre anterior, este se derrumbó casi de inmediato.
«No hay nadie llamado Abel», confesó con voz temblorosa por el miedo. «Y no hay marihuana plantada en la nueva casa de Marcus. Marcus roba todas las drogas y la marihuana que vende».
Christine y yo intercambiamos miradas, ambos conscientes de la gravedad de esta revelación.
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Ya no se trataba solo de que Marcus actuara por su cuenta; esto confirmaba que Marcus podría haber sido quien atacó el envío de drogas de Christine.
Las piezas empezaban a encajar y el panorama que se dibujaba era mucho más peligroso de lo que había pensado inicialmente.
Ahora, con esta nueva información, teníamos que decidir cuidadosamente nuestro siguiente movimiento. Marcus había sido audaz, pero ahora había cruzado una línea. Y Christine y yo no éramos el tipo de personas que dejaban pasar algo así.
El juego había cambiado y era hora de subir la apuesta.
Punto de vista de Marcus.
La operación fue más fácil de lo que había previsto. Robar las drogas de Víctor cuando llegaron a Nueva Jersey fue pan comido. Los eliminamos sin esfuerzo, sin dejar a nadie vivo para contar la historia. Los hombres de Christine, los hombres de Víctor… todos habían desaparecido. El trabajo más fácil que había hecho en mi vida.
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