Un Destino Sellado por la Mafia - Capítulo 65
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Capítulo 65:
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Lo que empeoraba las cosas era la presencia de Christine. Nunca me había caído bien, ni un poquito. Christine había sido una pesadilla para Sofía, y verla allí, cerca de Elena, me llenaba de pánico. Sabía de lo que era capaz Christine, cómo podía convertir la vida de alguien en un infierno.
La idea de que tratara a Elena de la misma manera que había tratado a Sofía… me partía el corazón.
Sofía había sobrevivido al tormento de Christine solo porque yo siempre había estado allí, a su lado, protegiéndola de todas las formas posibles. Pero Elena… Elena no tenía a nadie. Dudaba que sobreviviera mucho tiempo en la mansión de Víctor. La oscuridad de aquel lugar, combinada con la crueldad de Christine, acabaría por destrozarla.
Pero había una parte de mí que estaba preparada, incluso ansiosa, por ayudar a Elena si alguna vez decidía marcharse. Quería estar ahí para ella, acogerla, protegerla como una vez protegí a Sofía. Pero, por ahora, lo único que podía hacer era observar y esperar, con la esperanza de que Elena encontrara de alguna manera la fuerza para escapar antes de que fuera demasiado tarde.
No sabía cómo acabarían las cosas, pero una cosa estaba clara: no podía quedarme de brazos cruzados viendo sufrir a Elena. Tenía que encontrar una forma de ayudarla, de salvarla del destino que temía que le esperaba.
Recordé cómo se encendieron los celos de Christine cuando Víctor rompió con ella para estar con Sofía. Incluso después de su ruptura, Christine encontró la manera de acostarse con Víctor, descaradamente, en presencia de Sofía.
No era algo oculto ni sutil, sino un desafío directo, una burla que Sofía no podía ignorar.
Al principio, Sofía estaba desconcertada. No podía entender por qué Víctor seguía sintiéndose atraído por Christine, especialmente después de que supuestamente había rehecho su vida. Pero, finalmente, Sofía descubrió el secreto de Christine, un secreto que lo explicaba todo. Christine sabía exactamente lo que Víctor amaba, y no era algo tan simple como la atención o el afecto. Era la leche, concretamente, la leche materna.
Christine hizo todo lo posible para darle a Víctor lo que él ansiaba. No lo dejó al azar. Mediante un procedimiento médico, se aseguró de poder proporcionarle siempre lo que Víctor quería. Era su forma de mantenerlo a su lado, incluso cuando se suponía que él debía estar con Sofía.
Cuando Sofía se dio cuenta de que no podía competir con Christine en ese aspecto, supo que tenía que tomar medidas drásticas. Expulsó a Christine de la ciudad, obligándola a marcharse de Nueva Jersey. Era la única forma en que Sofía podía mantener su lugar en la vida de Víctor.
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Pero ahora, con Christine de vuelta y viviendo bajo el mismo techo que Elena, no puedo evitar sentir una profunda lástima por ella. Christine es despiadada, y si trató así a Sofía, no quiero ni pensar en lo que le estará haciendo pasar a Elena. A diferencia de Sofía, Elena no tiene a nadie a su lado, nadie que la proteja de la crueldad de Christine. Me temo que Elena no durará mucho en la mansión de Víctor.
Si Elena decide marcharse, la acogería con mucho gusto. Se merece algo mejor que ese entorno tóxico. Pero, por ahora, lo único que puedo hacer es observar y esperar que, de alguna manera, encuentre la forma de sobrevivir a la presencia de Christine.
Justo cuando estaba perdido en mis pensamientos, un suave timbre de mi teléfono me interrumpió. Eché un vistazo a la pantalla y mi corazón dio un vuelco. Era un mensaje de Christine. Dudé antes de abrirlo, sintiendo un frío escalofrío recorriendo mi espalda.
El mensaje era breve, pero me heló la sangre.
«No es tan fuerte como Sofía, ¿verdad? Pronto, Mariam, muy pronto».
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