Un Destino Sellado por la Mafia - Capítulo 63
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Capítulo 63:
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Nunca imaginé que me sentiría así, pero, de una forma extraña, sentí una punzada de celos. No porque Víctor estuviera con Christine, sino por el misterio que la rodeaba.
¿Quién es ella en realidad? ¿Y qué tipo de influencia tiene sobre él?
Mientras volvía a la cocina, no podía quitarme esa imagen de la cabeza. Hay algo en Christine que no me cuadra, y tengo la sensación de que esto es solo el comienzo de algo mucho más oscuro.
Pero, por ahora, seguiré con mi papel. Me mantendré en las sombras, observando, esperando.
Porque algún día descubriré la verdad sobre Christine, y cuando lo haga, Víctor no se lo esperará.
Punto de vista de Elena
Estaba saliendo del baño cuando vi a Víctor de pie en mi habitación. La toalla que me envolvía de repente me pareció demasiado pequeña y me la reajusté rápidamente, preguntándome qué hacía allí. Desde que Christine había llegado a la mansión, Víctor había dejado de visitarme. Así que su presencia ahora era tan inesperada como inquietante.
—Buenos días —lo saludé, tratando de parecer despreocupada mientras cogía una toalla seca para secarme la piel.
—Buenos días, cariño —respondió Víctor en un tono demasiado romántico para mi gusto. Su repentino cambio de actitud me pilló desprevenida, pero sabía que no debía caer en la trampa. Así era Víctor: todo lo que hacía tenía un propósito y rara vez era inocente.
—¿Qué haces en mi dormitorio? ¿Christine no está de buen humor? —pregunté con sarcasmo en mi voz.
Victor sonrió, una sonrisa suave, casi dulce, pero yo sabía que había algo más detrás.
«Solo te echaba de menos, nada más», dijo.
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Suspiré y dejé caer al suelo la toalla con la que me cubría.
«Sé que solo estás aquí por una cosa, así que no te andes con rodeos. Ve al grano», dije, sintiendo una punzada de amargura en el pecho. Odiaba cómo estaban las cosas entre nosotros, que solo viniera a mí cuando quería algo, que me hubiera convertido en otra válvula de escape para sus deseos.
Mientras estaba allí, expuesta y vulnerable, vi el cambio en los ojos de Víctor. En el momento en que posó la mirada en mi cuerpo desnudo, su expresión cambió. Entonces supe que tenía razón sobre el motivo por el que estaba allí.
Victor empezó a desvestirse, con movimientos lentos y deliberados mientras se acercaba a mí. La tensión en la habitación era palpable, pero no era el tipo de tensión que antes me excitaba. Ahora solo me hacía sentir fría, como si fuera un objeto que reclamaban como suyo.
Me mantuve firme, negándome a dejar que viera lo mucho que me afectaba su presencia. Pero por dentro era un torbellino de emociones contradictorias: ira, tristeza y un profundo sentimiento de traición. Esta no era la vida que quería, pero era en la que estaba atrapada. Y cuando Víctor extendió la mano para tocarme, no pude evitar preguntarme si esto terminaría alguna vez o si estaba condenada a vivir así para siempre.
Ni siquiera se molestó en llevarme a la cama. Lo hicimos de pie, con una urgencia que solo me hizo sentir más vacía por dentro. Y mientras sucedía, los recuerdos de Davis comenzaron a inundar mi mente. Por mucho que despreciara lo que Davis me había hecho, no podía negar que había amado nuestra conexión física.
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