Un Destino Sellado por la Mafia - Capítulo 321
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Capítulo 321:
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Pero Elena había notado los cambios. Se quejaba a diario de la falta de privacidad, de los guardias apostados en cada esquina. Ahora no necesitaba privacidad, necesitaba protección. Si Elena supiera que otra mujer iba a venir a llevarse a nuestro hijo, no podía imaginar cómo reaccionaría.
Desde aquella noche, Hannah no había guardado silencio. Me enviaba mensajes, cada uno más escalofriante que el anterior. Esta mañana, dejó muy claras sus intenciones: vendría dentro de cuarenta y cinco días. Solo me quedaba un mes y no estaba más cerca de detenerla.
Mariam, a pesar de todas sus promesas, no había podido hacer gran cosa. La influencia de Hannah se extendía como la pólvora. Había envenenado las mentes de los demás jefes de la mafia, convenciéndoles de que me había vuelto blando desde el ataque de God’s Logic, Adrian.
Los señores que antes trabajaban para mí habían cambiado de bando y no solo la seguían, sino que prosperaban bajo su liderazgo. Ella los había hecho grandes, dándoles recursos y poder que yo no podía igualar en mi estado actual. Esta mañana me desperté con una noticia que me sacudió hasta lo más profundo. Mariam había sido destituida de su cargo de jefa de policía de Nueva Jersey. Había trabajado duro para colocarla en ese puesto, asegurándome de tener a alguien de mi lado dentro de la ley. Pero ahora, incluso los funcionarios del gobierno que antes controlaba se estaban volviendo en mi contra.
Aún estaba asimilando la traición cuando recibí otro mensaje de Hannah. Sus palabras eran duras y me hirieron profundamente en mis ya de por sí nervios destrozados:
«Supongo que ya habrás oído la noticia de que Mariam ha sido destituida como jefa de policía. Yo lo he conseguido. Esto es solo una señal de que voy en serio con lo que se avecina. Nada en el cielo ni en la tierra me detendrá, Víctor».
La audacia de sus palabras me hizo hervir la sangre. No estaba fanfarroneando; estaba desmantelando sistemáticamente todo lo que yo había construido.
Apreté los puños y miré fijamente el mensaje. Hannah no solo era una amenaza para mi imperio, sino también para mi familia. Cada día sentía el peso de su presencia cerniéndose sobre mí.
Tenía que actuar, y rápido. El tiempo se agotaba y, con cada día que pasaba, Hannah reforzaba su control sobre Nueva Jersey. La idea de que le pusiera una mano encima a Elena o a mi hijo era insoportable.
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Pero la verdad era que, por primera vez en mucho tiempo, no estaba seguro de poder ganar esta batalla.
Punto de vista de Elena
Los golpes en la puerta me sobresaltaron. Estaba en mi habitación, perdida en mis pensamientos, tratando de distraerme de la inquietud que me provocaba el creciente silencio de Víctor durante los últimos días.
—Señora —dijo uno de los hombres de Víctor desde fuera de la puerta—. Tiene una visita en el salón.
—¿Una visita? —repetí, más para mí misma que para él. No esperaba a nadie, y nadie me había visitado desde que estaba atrapada en la vida de Víctor. Me levanté, me arreglé el vestido y caminé hacia la sala, con la curiosidad revoloteando en mi mente.
Cuando entré, mis ojos se abrieron con sorpresa. Era ella, la joven con la que había hablado brevemente en el hospital unos meses atrás. En aquel entonces, me había parecido amable y educada, aunque ni siquiera le había preguntado su nombre. Ahora estaba allí, sonriéndome cálidamente, y sentí una extraña sensación de familiaridad, casi de consuelo.
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