Un Destino Sellado por la Mafia - Capítulo 280
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Capítulo 280:
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Le dediqué una pequeña sonrisa, tratando de parecer lo más inofensiva posible. «Soy Elena», me presenté.
Beth ladeó ligeramente la cabeza, estudiándome. «¿Eres la hermana de mi madre de la que me ha hablado mi padre?».
Sus palabras me atravesaron el corazón como una puñalada. No sabía muy bien por qué, pero había algo en ellas que despertaba emociones con las que no estaba preparada para enfrentarme. Antes de que pudiera responder, Adrian la cogió en brazos.
«Ya deberías estar durmiendo, Beth», le dijo con dulzura. «Mañana tienes colegio».
Los ojos de Beth se posaron en mí mientras Adrian la subía por las escaleras. Me quedé allí, clavada en el sitio, con la mente a mil por hora.
Observé a Adrian pasear de un lado a otro, con la respiración entrecortada y acelerada. Parecía un hombre que intentaba reunir fuerzas para explicar algo que le había atormentado durante años. Entonces, se detuvo y se volvió hacia mí.
—Maté a tu madre porque era una mala mujer —dijo Adrian sin rodeos. Su voz no denotaba arrepentimiento, solo una verdad fría y dura—. Creo que en el fondo lo sabes.
Sus palabras me dolieron, pero mantuve la compostura.
«Entonces, ¿por qué no me has matado desde entonces?», pregunté con voz firme, aunque mi corazón latía a toda velocidad.
Adrian se acercó más y me miró fijamente a los ojos. «Porque me enamoré de ti», admitió.
No pude evitar reírme con amargura ante su confesión. «¿Me amas y quieres matarme? ¿Tiene eso algún sentido para ti, Adrian?».
«Ya no voy a por ti, Elena», respondió con calma.
«Entonces, ¿por qué sigues atormentando a Víctor?», le desafié, con la frustración brotando a flor de piel.
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La expresión de Adrian se ensombreció y volvió a empezar a dar vueltas. «Porque él es mi próximo objetivo. Quiero vengarme de lo que me hizo hace cinco o seis años», explicó con voz cargada de ira.
Crucé los brazos y me apoyé contra la pared, mi curiosidad pudo más que yo. —¿Qué te hizo, Adrian?
Dejó de dar vueltas y me miró con un dolor que parecía casi tangible. —Él es la razón por la que Beth no tiene madre. Él es la razón por la que mi hija ha crecido sin el amor y el cuidado que se merece —dijo Adrian, con la voz ligeramente quebrada.
Mientras me contaba la historia, no pude evitar sentir una punzada de compasión. Los detalles de la crueldad de Víctor, la pérdida que había sufrido Adrian… era demasiado. Por un momento, casi pude entender por qué Adrian se había convertido en el hombre que era.
Pero la compasión no bastaba para excusar sus actos. «Adrian, la venganza no devolverá la vida a la madre de Beth. No borrará el pasado. Solo destruirá tu presente y tu futuro», le dije con suavidad. «Si quieres a tu hija, debes detener esto. Debes dejar de ser la Lógica de Dios».
Adrian negó con la cabeza, con una leve sonrisa en los labios, como si mis palabras le parecieran ingenuas. —Dios me eligió para esta tarea. Llevo cinco años haciéndola con éxito —dijo con una mezcla de orgullo y desafío.
Me acerqué y le agarré la mano, obligándole a mirarme a los ojos. «Hace unas semanas estuviste a punto de morir en el sótano de Víctor. Y eso fue solo por tu conexión conmigo. Ahora imagina que descubre que eres la Lógica de Dios, el hombre que le ha estado causando problemas últimamente», le dije, alzando la voz con urgencia.
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