Un Destino Sellado por la Mafia - Capítulo 271
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Capítulo 271:
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No iba a esperar más. Haría que su muerte fuera rápida. Ya no me importaba nada más.
Lo único que importaba era acabar con esto. Acabar con él.
Para siempre.
Punto de vista de Víctor
Estaba sentado a la mesa del desayuno, bebiendo mi café, tratando de sacarme de encima el peso de los acontecimientos del día anterior. Las noticias de mi imperio siempre me mantenían en vilo, pero hoy había algo diferente.
Estaba a mitad de una tostada cuando se abrió la puerta de mi oficina. No necesitaba levantar la vista para saber que era uno de mis hombres. Sus pasos me dijeron todo lo que necesitaba saber: no iban a ser buenas noticias.
—Victor, ha habido un problema.
Me detuve, con la tostada aún en la mano. Mis sentidos se agudizaron de inmediato.
—¿Qué ha pasado?
—El envío. El veintitrés. Ha sido secuestrado.
Me quedé paralizado. ¿Secuestrado? No era algo inusual. Mi negocio se basaba en el riesgo, pero esto… esto era diferente.
«¿Dónde?».
«En la ruta hacia los puntos de distribución. Pero hay algo extraño, Víctor».
Su voz estaba tensa. Arqueé una ceja.
«¿Qué hay de extraño?».
«No se llevaron nada».
Lo miré fijamente, sin saber qué quería decir.
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«¿Cómo que no se han llevado nada?».
—Lo dejaron todo. No tocaron las drogas. Pero mataron al conductor y a los hombres que custodiaban el cargamento.
Apreté la mandíbula, tratando de procesarlo. La pérdida de vidas, el desperdicio de producto… No tenía sentido.
«¿Y qué hicieron con las drogas?».
Él dudó.
«Las echaron al suelo, Víctor. Todas. Y en todos los lugares del ataque, los asaltantes utilizaron las drogas para escribir algo».
Mi mente se aceleró y las piezas empezaron a encajar.
«¿Qué escribieron?».
«La lógica de Dios».
Sentí cómo se me helaba la sangre. Conocía ese nombre. No sabía quién era el hombre que se escondía tras él, pero había oído hablar de La Lógica de Dios: era una sombra en el mundo en el que yo me movía, una figura misteriosa que no dudaba en dar a conocer su presencia.
Pero nunca imaginé que vendría a por mí de esta manera.
«¿La lógica de Dios?», repetí con voz fría.
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