Un Destino Sellado por la Mafia - Capítulo 2
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Capítulo 2:
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Punto de vista de Marcus
El tictac del viejo reloj de pie de mi estudio era el único sonido que rompía el silencio. Estaba encorvado en mi sillón de cuero, mirando los papeles esparcidos por mi escritorio. El estrés de llevar los asuntos de la familia pesaba mucho sobre mí. Las deudas de mi padrastro eran enormes y su muerte me había dejado con una montaña de problemas financieros.
Eché un vistazo a una foto de mi padrastro que había sobre el escritorio. Su muerte me había dejado en una situación difícil y tenía que tomar decisiones difíciles para sacarnos de este lío. Vender a Elena a Víctor Martínez era una de esas decisiones, y parecía la única forma de saldar nuestras deudas.
La puerta se abrió con un chirrido y Lucian, la mano derecha de Víctor, entró con expresión severa.
—Marcus —dijo con voz seria—. ¿Está cerrado el trato con Dragunov?
—Sí —respondí, tratando de parecer seguro—. Elena pronto será su esposa.
Lucian arqueó una ceja. —Sabes que Dragunov no es conocido precisamente por su amabilidad. ¿Estás seguro de que es lo correcto?
—No tengo otra opción —dije, sintiendo el peso de la situación—. Las deudas son demasiado altas. Vender a Elena es la única forma de conseguir el dinero que necesitamos.
La mirada de Lucian era penetrante. «¿Y qué hay de Elena? ¿No te preocupa ponerla en peligro?».
Me froté las sienes, sintiendo la tensión. —No es lo que quería, pero es necesario. Elena solo es una carga para mí. De esta forma, consigo el dinero para pagar a los acreedores y ella pasa a ser problema de otra persona.
Lucian asintió lentamente. —Recuerda, Marcus, que toda decisión tiene sus consecuencias. Puede que te arrepientas más adelante.
Cuando Lucian se marchó, sentí una punzada de culpa, pero la aparté de mi mente. Tenía que mantener la concentración. La muerte de mi padrastro me había dejado algo más que deudas: me había dejado un legado destrozado y unas expectativas muy altas. Tenía que arreglar las cosas y asegurar mi futuro.
Más tarde, esa misma noche, encontré a Elena de pie junto a la ventana del salón. Se volvió hacia mí con una mirada de dolor y enfado.
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—Marcus —dijo en voz baja—. ¿Por qué haces esto? ¿Cómo has podido venderme a Víctor Martínez?
Evité su mirada. —Elena, no es nada personal. Son negocios. Las deudas son más de lo que puedo pagar yo solo. Este trato es la única forma de conseguir el dinero que necesitamos.
—¿Negocios? —La voz de Elena estaba llena de incredulidad—. ¡No soy un objeto que se pueda intercambiar!
—¡Yo no quería esto! —espeté, con la frustración a punto de estallar—. Pero estamos en una situación difícil. El dinero de Dragunov es la única solución que tengo.
Los ojos de Elena se llenaron de lágrimas. «Podrías haber encontrado otra forma. Me estás echando a la calle».
Sus palabras me dolieron mucho, pero me obligué a mantenerme firme. «Lo siento, Elena. De verdad. Pero a veces hay que hacer sacrificios».
Se apartó de mí, con lágrimas corriendo por su rostro. Sentí un profundo arrepentimiento, pero tenía que mantenerme fuerte. Las decisiones que tomé estaban motivadas por la necesidad de solucionar los problemas económicos de la familia. El destino de Elena estaba sellado y yo tenía que vivir con las consecuencias de mis actos.
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