Un Destino Sellado por la Mafia - Capítulo 176
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Capítulo 176:
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—Sí, señora —respondió Christine en voz baja, mirándonos a ambos.
—Mi angelito me dice que tienes un problema de audición —continuó Jessica—. Y no me importa cuál sea el problema. Lo único que quiero es que te vayas de Nueva Jersey y no vuelvas nunca más. ¿Lo entiendes?
Christine asintió rápidamente, pero mi madre entrecerró los ojos. «Asentir no es una respuesta, Christine», dijo Jessica con dureza. «¿Lo entiendes?».
—Sí… sí, señora —tartamudeó Christine.
—Bien. Vete de Nueva Jersey. Vuelve a Londres, Chicago o dondequiera que hayas venido. Mi chófer está fuera; se asegurará de que tengas todo lo que necesitas para marcharte esta noche —concluyó Jessica, con un tono tan definitivo como una puerta cerrada. Sin decir una palabra más, Christine salió de la habitación con pasos rápidos y apresurados.
Exhalé, sintiendo que un peso se me quitaba de encima. —Mamá, ¿por qué has vuelto a Nueva Jersey?
Me dedicó una pequeña sonrisa cómplice. —Para recuperar lo que tu padre me quitó.
La miré, sorprendida. —Pero Marcus lo controla todo ahora. Y no creo que esté dispuesto a renunciar a ello.
La sonrisa de Jessica se amplió aún más. —Entonces, esperemos y veamos, ¿no?
Punto de vista de Elena
Todavía estaba durmiendo cuando de repente oí las palabras: «¡Feliz cumpleaños!». Abrí los ojos y vi trozos de tela de colores flotando en el aire. Mi habitación estaba decorada, preciosa, y no tenía ni idea de cuándo lo habían hecho. La noche anterior, cuando me acosté, estaba vacía.
A mi lado estaba mi madre, Jessica, con una tarta decorada en rosa. Me sentí tan abrumada que, antes de darme cuenta, las lágrimas empezaron a correr por mi rostro. Nunca me esperaba una sorpresa así. Mi madre se acercó, me sacó de la cama y me dio un gran abrazo. Mientras la abrazaba, me sentí como una niña pequeña otra vez, completamente querida y segura.
De repente, Víctor entró en la habitación con Mariam a su lado. «Feliz cumpleaños, cariño», me dijo, inclinándose para darme un beso en los labios. «Feliz cumpleaños, Elena», añadió Mariam, sonriendo cálidamente mientras me entregaba una pequeña caja. Conseguí decir «gracias», tratando de recomponerme.
Víctor me tomó de la mano. «Tengo una sorpresa para ti», dijo, sacándome de la habitación. Todo el pasillo estaba decorado de forma preciosa, igual que mi habitación. Los hombres de Víctor estaban allí de pie, todos vestidos con traje, con aire serio pero festivo. A medida que pasábamos, todos decían al unísono: «Feliz cumpleaños, señora Martínez». No podía creer que todo aquello fuera real.
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Entonces Víctor me tapó los ojos con la mano. «No mires», me dijo en tono burlón mientras me guiaba por el pasillo. Estaba nerviosa, pero emocionada. Cuando por fin se detuvo y me quitó la mano, parpadeé varias veces para asimilar lo que veían mis ojos. Mi corazón dio un vuelco. Allí estaba: un elegante Mercedes Benz, aparcado justo delante.
«Dios mío», exclamé, sintiendo una mezcla de sorpresa y emoción. Pero Víctor no había terminado. Me miró con esa expresión intensa que a veces tiene. «Esto no es todo, Elena», dijo con voz firme. «A partir de hoy, dormiremos en la misma habitación como marido y mujer».
Me sentí como si estuviera soñando, e incluso me llevé las manos a la cabeza para asegurarme de que no era así. Miré a mi madre, que estaba a unos pasos, observándonos con una suave sonrisa en el rostro. Desde que había regresado a Nueva Jersey hacía una semana, las cosas entre Víctor y yo habían cambiado.
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