Un Destino Sellado por la Mafia - Capítulo 121
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 121:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
«La estábamos buscando, señora», me dijo cuando me vio, con una expresión de alivio y confusión.
«Lo sé», respondí en voz baja. «Pero necesito su ayuda». Le dije a quién estaba buscando y le describí a la persona. Afortunadamente, entendió a quién me refería.
El chico no hizo preguntas. Solo asintió con la cabeza y me guió a través de su habitación.
Respiré hondo y me acerqué, agarrando con fuerza la bolsa negra que llevaba en las manos. Mi corazón latía a toda velocidad, pero me obligué a mantener la calma. Rápidamente metí el paquete entre sus pertenencias, luego me di la vuelta y me fui antes de que nadie se diera cuenta.
Una vez cumplida mi misión, me dirigí directamente a la habitación de Víctor. Tenía que actuar con rapidez y borrar mis huellas. Al entrar en la habitación, fingí estar asustada y a punto de llorar. Víctor tenía que creer que volvía de una experiencia traumática, no que le estaba tendiendo una trampa.
Era el momento para el que me había estado preparando, pero no podía dejar que vieran mi nerviosismo. —Tengo que decirte algo, Víctor —dije en cuanto lo vi a él y a Mariam de pie en la puerta, a punto de salir de la habitación. Mantuve la mirada fija en Víctor y la voz lo más firme posible. Mariam se fijó en mi cara enseguida.
«¿Has estado llorando?», preguntó, con tono preocupado.
No respondí. Tenía que asegurarme de que lo que iba a decir pareciera serio, así que me quedé callada a propósito, dejando que la tensión aumentara con el silencio.
«¿Qué pasa, Elena?», preguntó Víctor, cambiando de expresión y adoptando un tono serio. Era mi oportunidad. De repente, rompí a llorar, fingiendo tan bien que casi me lo creí yo misma. Víctor no perdió tiempo: me llevó al interior de la habitación y me sentó con delicadeza. Mariam nos siguió, paseándose por la habitación sin apartar los ojos de nosotros.
«Puedes hablar conmigo, Elena. ¿Dónde has estado?», preguntó Víctor, inclinándose hacia mí. Sus ojos buscaban los míos, exigiendo una respuesta.
Mariam me entregó un pañuelo para que me secara las lágrimas, pero dejé que el momento se alargara un poco más antes de hablar por fin. «Es uno de tus hombres», dije, con la voz temblorosa, tal y como había planeado.
Historias completas solo en ɴσνєℓα𝓼4ƒαɴ.𝒸ø𝓂 con sorpresas diarias
Víctor frunció el ceño, perdiendo la paciencia. «¿Quién? ¿Qué te ha hecho?».
Me sequé los ojos con el pañuelo y continué con la mentira que había elaborado con tanto cuidado. —Lo pillé robándote. Cuando lo enfrenté, me amenazó con hacerme daño si se lo contaba a alguien. Más tarde, cuando tú y yo tuvimos un momento a solas esta tarde, fui a la cocina a buscar algo de comer. Fue entonces cuando me atacó. Me dejó inconsciente». Hice una pausa para darle dramatismo antes de añadir: «Cuando desperté, estaba en un lugar desconocido. Ni siquiera sé dónde estaba, pero conseguí escapar antes de que él volviera».
Mientras hablaba, observé atentamente a Víctor. Su ira iba en aumento y podía ver la furia que hervía detrás de sus ojos. Sin decir una palabra, salió furioso de la habitación. Mariam y yo intercambiamos miradas, pero ella permaneció en silencio, paseándose por la habitación como si intentara darle sentido a todo aquello. Después de lo que parecieron varios largos minutos, Víctor regresó con el rostro endurecido por la determinación.
«¿Qué piensas hacer ahora?», le preguntó Mariam, mirándome brevemente.
—He ordenado a uno de mis hombres que reúna a todos en la sala de reuniones —respondió Víctor con voz fría—. Elena me señalará al hombre.
.
.
.