Sinopsis
Un Destino Sellado por la Mafia.
ESTADO DE LA NOVELA: TERMINADA
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Un Destino Sellado por la Mafia – Inicio
Punto de vista de Elena
El cementerio estaba frío y silencioso mientras yo estaba sola junto a las tumbas de mis padres. El frío de la noche me hacía temblar mientras me abrazaba con fuerza el abrigo. Perder a mi padre y a mi madrastra fue como un cruel giro del destino. Su ausencia había dejado un doloroso vacío en mi vida. La nueva tumba, recién cavada, era un crudo recordatorio de mi dolor.
Un ruido detrás de mí me hizo volverme. Era Marcus, mi hermanastro. Su rostro estaba impasible, pero sus ojos brillaban con satisfacción.
—¿Todavía estás de luto? —se burló—. Tienes trabajo que hacer.
Suspiré, luchando por contener las lágrimas.
—Necesito un momento, Marcus. Todo esto es muy duro.
—Duro para ti, quizá —respondió Marcus con frialdad—. Pero para mí solo son negocios. Ahora solo eres otra tarea más.
Me di la vuelta, tratando de ignorarlo, pero sus palabras me dolieron profundamente. Me aferraba a la esperanza de la herencia de mi abuelo, que se suponía que llegaría en un año. Soñaba con escapar de esta vida de miseria.
Los días siguientes fueron una mezcla de miedo y confusión. Escuché a Marcus hablando con alguien en la oficina, un hombre que no conocía. Hablaban en voz baja, pero lo suficiente como para entenderlos.
«¿Estás seguro de que esto es lo que quieres?», preguntó el hombre con voz áspera. «¿Vender a tu hermanastra para saldar tus deudas?».
«Es la única manera», respondió Marcus. «Ella solo es un peón. Víctor Martínez la quiere y yo necesito su dinero».
Se me encogió el corazón. Víctor Martínez era un temido líder de la mafia, y la idea de que me vendieran a él me aterrorizaba.
Unos días más tarde, me encontré en la grandiosa pero intimidante mansión de Víctor. La opulencia no me tranquilizaba en absoluto. Víctor era imponente, con una mirada fría y calculadora.
«Bienvenida, Elena», dijo Víctor con voz suave pero amenazante. «Confío en que entiendes por qué estás aquí».
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«No lo entiendo», logré decir con voz temblorosa. «¿Qué está pasando?».
—Vas a casarte conmigo —dijo Víctor con calma—. Es parte del trato. Las deudas de Marcus están saldadas y ahora eres mi responsabilidad.
—¿Casarme contigo? —balbuceé—. Esto es una locura. Me están vendiendo como… como una mercancía.
La expresión de Víctor no cambió. —No es nada personal, Elena. Son negocios. Y verás que espero que cumplas con tu parte en este acuerdo.
Mientras hablaba, podía sentir el peso de su cruel plan sobre mí. Estaba atrapada en un mundo donde los matrimonios eran herramientas de poder y control.
Esa noche, en mi habitación a oscuras, intenté asimilar mi situación. El miedo a mi nueva realidad era abrumador. Sabía que tenía que encontrar una forma de sobrevivir, de aferrarme a un atisbo de esperanza.
A la mañana siguiente, me despertó el estruendo de una campana de bronce. Me froté los ojos, tratando de entender mi nuevo entorno. La opulenta habitación, con sus lujosos muebles y sus intrincados diseños, me resultaba extraña y sofocante. Mientras me vestía, me invadió una sensación de pavor, sabiendo que ahora era una prisionera en el mundo de Víctor.
Los sirvientes de la mansión me guiaron por una serie de pasillos hasta el comedor. La larga mesa estaba puesta con vajilla de porcelana fina y cubertería de plata, pero yo no tenía apetito. Víctor estaba sentado a la cabecera de la mesa, con una presencia imponente incluso con ropa informal.
—Buenos días, Elena —dijo Víctor con una calma escalofriante—. Espero que hayas dormido bien.
Forcé una sonrisa. —Tan bien como se puede en un lugar nuevo.
Victor entrecerró ligeramente los ojos. —Es importante que te adaptes rápidamente. Verás que cuanto antes aceptes tu papel, más fácil te resultará todo.
Me senté con cautela, tratando de evitar su mirada. La comida transcurrió en silencio, solo roto por el tintineo de los cubiertos. Después del desayuno, Víctor me hizo un gesto para que lo siguiera.
Caminamos hasta un estudio privado, decorado con maderas oscuras y obras de arte caras. Víctor me indicó que me sentara mientras se servía una copa de una jarra de cristal.
«Tienes que comprender la naturaleza de tu nuevo cargo», comenzó Víctor. «No se trata solo de nuestro matrimonio. Se trata de mantener el orden y el control. Tengo enemigos y alianzas que gestionar, y tú formas parte de ello».
«No soy una pieza en tu tablero de ajedrez», dije, tratando de mantener la voz firme.
La expresión de Víctor se ensombreció. —Eso es exactamente lo que eres, Elena. Y te sugiero que recuerdes cuál es tu lugar.
– Continua en Un Destino Sellado por la Mafia capítulo 1 –